Capítulo 2

5.6K 536 45
                                    




Me despojo de mi ropa y me sumerjo dentro del agua. Es la primera vez que tomo un baño de tina. Se siente bien, le han puesto al agua pétalos de rosas y una deliciosa fragancia. Por un instante me olvido del motivo por el que estoy aquí. Mis ojos buscan el collar que he depositado sobre el tocador, es un regalo de Suk. No se cómo debería sentirme respecto a él, en realidad si lo sé y no me gusta. Lo quiero y sé que él también, pero esto es absurdo.

Me ha apostado y perdido. ¿Cómo pudo hacerlo? Supongo que a nadie le agrada la idea de morir, pero esto no hubiera ocurrido si no hubiera insistido en continuar jugando.

Tomo la esponja y comienzo a restregarla contra mi cuerpo. Tendré sexo con un desconocido, uno que tiene escrito "peligro" en la frente y que no obstante, se ha portado amable conmigo. No sé qué esperar de él.

"Es solo sexo, solo una vez y ya"

Me repito intentando convencerme de que puedo hacerlo.

Salgo de la tina y tomo una toalla limpiando el exceso de agua de mi cuerpo. Camino hacia la puerta y en cuanto la abro me recibe el rostro de la mujer que me ha acompañado.

― ¿Termino? ―Pregunta un tanto nerviosa.

―Si.

―Venga conmigo ―Me toma del brazo y me sienta sobre la cama― El joven está impaciente, así que debemos darnos prisa ―Rayos. He tardo más de lo debido, intentando postergar el momento. Ojala nunca me hubiera dicho eso, ahora me siento más nerviosa.

Comienzo a respirar con dificultad, al imaginar lo que me espera.

Dejo que ella me seque el pelo y me arregle el maquillaje. Me ayuda a ponerme el vestido y los zapatos y me observa con una sonrisa satisfecha cuando termina.

―Es hermosa ―Susurra y me toma de los hombros haciéndome girar para que contemple mi imagen en el espejo. El vestido con escote halter, me llega sobre las rodillas y resalta mi cintura. Pero no tengo mucho tiempo para verme― La está esperando ―De nuevo me gira y me empuja hacia la puerta.

Doy gracias porque me haga avanzar, creo que sería incapaz de dar un paso, cuando soy consciente a donde me llevaran mis pies. Salimos de la casa y me guía hasta la terraza, que vi cuando llegamos. Él sigue ahí, apoyando la palma de su mano derecha sobre el concreto y con la otra dentro del bolsillo de su pantalón.

―Joven ―Dice la mujer y él se vira hacia nosotras. Sus ojos se clavan en mi― Esta lista ―Anuncia ella.

―Puedes retirarte ―Ella se marcha, dejándonos solos. Ladea el rostro y me mira con detenimiento― Perfecto ―Se acerca y roza mis hombros desnudos― Es de tu talla ―Dice refiriéndose al vestido. Toma un mechón de pelo y se lo lleva a la nariz― Hueles a mi olor favorito.

―Ah ―Es lo único que logro decir.

―Vamos ―Me toma de la mano y me conduce por la orilla del balcón, hasta unas escaleras que comenzamos a descender― Espera ―Se detiene en el último escalón y me toma en brazos― No queremos que tus zapatos de estropeen.

¿Mis zapatos? ¿Y los suyos? Comienza a caminar por la arena, rumbo a la orilla de la playa. Camina un buen tramo hasta que vislumbro lo que parece un puerto. Sus pies recorren la superficie de madera y se detienen delante de una embarcación.

―Buenas noches, joven ―Saludan un par de hombres, desde lo alto.

―Buenas noches ¿Todo listo?

―Si ―Sube aun conmigo en brazos y me deposita cuando estamos sobre cubierta― Espero que no tengas vértigo ―Niego.

― ¿Podemos zarpar? ―Le pregunta uno de los hombres.

Mala ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora