Esta tan guapo como esa noche, vestido con un elegante traje, pero... no está solo. Una hermosa mujer lo acompaña, a pesar de eso, sus ojos cruzan la distancia del lugar y se encuentran con los míos. Las piernas me tiemblan y siento el impulso de correr hacia él. ¿Por qué? Debería pensar en escapar, pero no es así, su mirada tiene un extraño efecto en mí.
Ella lo toma del brazo y siento una ira irracional, ante tal acto de familiaridad. Me doy la vuelta y casi me estrello contra Ema.
―Cuidado ―Dice esquivándome. No la miro, entro pitando a la cocina y dejo los platos en el fregadero antes de que ocurra un accidente.
¿Qué hace aquí? ¿Quién es esa mujer? ¿Qué hago? ¿Debería quedarme en la cocina y no salir? No, imposible, no puedo hacer eso. Sería demasiado infantil.
― ¿Todo bien? ―Inquiere Cathy al notar que no me decido a salir.
―Si ―Respiro preparándome para verlo de nuevo. Antes que nada está mi trabajo, así que debo atenderlo aunque lo único que quiera es meterme debajo de la mesa de la cocina y no salir hasta que se vaya.
Empujo la puerta y descubro para mi alivio, que Ema ya toma su orden. Un hombre al otro lado del lugar reclama mi atención, llego hasta él, feliz por no tener que tomar la orden del desconocido.
―A sus órdenes ―Digo a mi cliente. Escucho su pedido mientras un hormigueo recorre mi nuca. Me está mirando, puedo sentirlo.
Pronto cambio de parecer, pues mi cliente resulta estresante y tedioso, no termina de decidir que ordenara y yo solo quiero irme de ahí. Escuchar su voz me inquieta, porque me hace recordar cada una de las palabras que dijo aquella noche, también escucho como ríe con esa mujer. Por el rabillo del ojo la he visto, es elegante y hermosa, nada que ver conmigo, que llevo un uniforme de blusa blanca y falda negra, con un delantal y mis zapatillas sin tacón.
―Mmm... ¿Qué tal están las costillas? ― ¡Quiero matar a mi cliente!
―Son buenas ―Digo con poca convicción y con algo de malestar, lo que hace que de nuevo sus ojos escaneen el menú en busca de una mejor opción.
La risa de la mujer se escucha más fuerte y me crispo apretando con fuerza mi libreta de notas. Estoy furiosa y no sé si es porque mi cliente no puede ordenar un maldito platillo de los 20 que se sirven o porque observo como él le sonríe a esa mujer. ¡Celos! Tengo celos. Algo totalmente absurdo e irracional pero que justo ahora experimento.
Nunca he sido celosa ni posesiva con Suk, a pesar de que tampoco le faltan pretendientes, pero justo ahora siento como mi irritación crece cada segundo que la escucho hablar.
―Ya sé que quiero ―Suspiro aliviada cuando escucho al hombre, rápido tomo nota y salgo casi corriendo a la cocina.
― ¡Ah! ―Dejo caer la libreta sobre la mesa y Peter me mira con preocupación.
― ¿Estas bien, Alex?
―Si. Lo siento. Ahora regreso, voy al sanitario ―Balbuceo torpemente. Necesito tomar un respiro o terminare arruinando todo.
―Yo me ocupo ―Me dice Cathy, quien entra con más platos sucios. Asiento agradecida y me encamino a los aseos.
No tiene sentido su presencia en un lugar como este, alguien como él debe comer en elegantes lugares. Pero... es ridículo que este aquí por mí. Y no que me gustaría más.
Entro en los baños y por fortuna no hay nadie dentro. Me apoyo sobre el mármol y abro el grifo. ¿Qué me pasa? Estoy irritada y a punto de arrancarle la cabeza al tipo ese que no lograba pedir con rapidez, aunque en realidad a quien quiero quitársela, es a otra. Escucho el sonido de la puerta y me preparo para regresar, pero me quedo inmóvil al ver quién acaba de entrar. ¡Él!
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Mala Apuesta
Teen FictionLos vicios de Suk lo llevaran a jugarse lo único que le queda esa noche. Su novia, Alex. Quien por salvar su vida, aceptara dormir con un completo desconocido. Quien resulta todo lo contrario a lo que ella espera y quien quedara prendado de ella. Es...