Epilogo

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Pues nada, que se ha terminado. Espero les guste, es cortito, pero... ojala les guste... Gracias por sus comentarios y votos.


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Contengo el aliento mientras el dolor se agolpa dentro de mí, pero entonces se escucha como algo golpea el piso. ¿Un cuerpo? Abro los ojos y no puedo creer lo que mis ojos contemplan. Robín sigue en su sitio, pero él no es quien ha caído.

¡Suk está muerto!

Sus ojos están abiertos y una herida en su frente derrama sangre sobre el piso. ¡Está muerto!

―Vaya, vaya ―Me alarmo al notar la presencia de un desconocido en compañía de otros hombres. Aun sostiene el arma con la que disparo a Suk. Robín se mueve con dificultad, pero aun esta consciente. Eso me alivia, aunque no tengo idea quien es este hombre. A matado a Suk, pero eso no significa que nos ayude, y eso lo deduzco por la mirada cautelosa que Robín le dedica― Así que después de todo, este gusano pensaba traicionarnos ―Dice asestando una patada al cuerpo inerte de Suk. ¿Montana? ¿Es él? ― Quítenlo de mi vista ―Orden y rápido dos hombres arrastran sin cuidado su cadáver.

Se acerca a Robín, quien aún esta con la espalda contra el piso. Sus ataduras, así como los golpes que ha recibido no le facilitan las cosas y ahora que ese hombre está cerca, se ha quedado inmóvil. Los ojos del recién llegado lo escrutan con detenimiento.

―No me digas que te has olvidado de mí, Robín ―Comenta el tipo con una sonrisa burlona en los labios― Soy tu viejo amigo, Rome.

― ¿Ahora trabajas para Montana? ―Inquiere con desconfianza Robín.

―Exactamente ―Me mira de soslayo― Y la quiere a ella.

― ¡No! ―Exclama al instante Robín. Él sonríe y niega agitando el arma.

―Es bonita ―Murmura dirigiéndose hacia mí, pero Robín se arrastra cruzándose en su trayecto y eso lo divierte. Es horrible ver la desesperación en su rostro. Odio que sufra. Odio esto.

―Déjala en paz ―Su voz no es demandante, parece más una petición. Él lo observa unos segundos y se inclina.

―Tengo una deuda contigo, no lo he olvidado, pero sabes cómo son las cosas en estos negocios, Robín ―Murmura― Así que puedo perdonarte la vida, pero tengo que matarla.

―Entonces, mátame a mí ―Sentencia Robín.

― ¡No! ―Sollozo. Robín me mira y niega. Intenta salvarme de nuevo, pero sin él, la vida no tiene sentido. No quiero estar sin él.

―Mátame, pero déjala irse. Sé que Montana estará más que satisfecho con mi cabeza. Esto es conmigo, no con ella. Si lo que quiere es herirme usándola, lastímame directamente a mí es mejor ¿No crees?

― ¿Estás seguro? ―Inquiere colocando el cañón en su frente. No, no de nuevo― ¿Quieres que ella viva?

Mala ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora