Mí amiga Luna

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Recorrió con su mirada todo mi cuerpo, apreciándolo al máximo como si esa fuera la última vez que nos veríamos.

Llenó de besos cada lunar y peca que me identificaba, pasó entre mis galaxias y se hizo dueño de mi mente nebulosa y turbulenta.

Las estrellas eran testigo y la Luna nuestra fiel confidente.

Quien iba a imaginar que no estarías al amanecer en el arrebol que tanto nos gustaba admirar.

Luna dime, acaso él te había dicho que por la mañana se iría.

Acaso te dijo qué hice mal.

Acaso te dijo por casualidad por qué decidió dejarme debajo del árbol otoñal con solo una blanca sábana.

Luna, por favor, acaso sabes a dónde fue, con quién y por qué.

Luna, tú que eres mi amiga en tiempos desesperados donde mi amargo despierto me llena el alma y sólo deseo abrir el grifo de mis ojos...

Dime ¿llegara el día en el que tú también me abandonarás?

Alas de porcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora