NieR Automata: Dos sombras

Cuarta parte: El nacimiento de un deseo

    2B se pasó esa noche en vela mientras meditaba sobre la propuesta que 6O le había hecho y, después de sopesar las posibles consecuencias que esto traería, llegó a la conclusión de que valía la pena intentarlo, o al menos eso quería creer. En realidad, aquello que le orilló a tomar la decisión de cambiar de estrategia fue su desesperación, incertidumbre y añoro de un mejor futuro. ¿Era una buena idea? No lo sabía ¿Dolería si fracasaba? Sí, y mucho ¿Había otra opción? Solo quedarse como ya estaba, situación que para este punto era insostenible. Con todo esto en su cabeza, y a sabiendas de los riesgos que iba a correr, temprano por la mañana del otro día comunicó a las operadoras y 9S que iría con ellos y, tras acordar la hora de reunión, a las 1700 horas, escuchó decir a 6O y 21O que ellas irían a recogerla mientras 9S, con quien se esforzaba por hablar con naturalidad, ayudaba con algunos preparativos para el evento.

    Tal como acordaron, las operadoras llegaron puntuales a la habitación de su compañera, tocaron y esperaron a que saliera.

    —¿Nos vamos?

    Aunque se llevaron una enorme sorpresa. 2B llevaba su equipo habitual, eso incluía el escáner ocular, armamento y vestimenta.

    Las dos androides rubias se miraron desconcertadas, y casi como si pudieran leer la mente de la otra, 6O asintió con la cabeza a 21O, y esta sólo suspiró mientras le ordenaba a su Pod entablar comunicación con 9S. Segundos después, este apareció tras una pantalla holográfica.

    —Aquí 9S ¿Qué ocurre 21O?

    —Hola, Nines. Verás, nos surgió un pequeño... —la operadora miró de reojo a 2B. Esta por su parte no comprendía las acciones de sus compañeras, pues ahora 6O trataba de arrastrarla de nuevo a su habitación —contratiempo. Llegaremos un poco más tarde al punto de reunión, en unos 30 o 40 minutos. Por favor espéranos.

    —¡Oh! Bueno, no hay problema. Terminaré en un rato más, quizá pueda ir a donde se encuentran y echarles una mano.

    —Eso no será necesario. No te preocupes, no es nada grave.

    —De acuerdo, de acuerdo.

    —Afirmar una sola vez es suficiente. 21O, corto.

    Debido a que la unidad de batalla se negaba rotundamente a entrar a su habitación, 21O la levanto de las piernas mientras 6O la cargaba de atrás y, haciendo un poco de esfuerzo, entraron las tres juntas por la puerta.

    —¿Qué rayos les pasa? —preguntó 2B, quien estaba desconcertada y un tanto molesta.

    —Podría preguntarte lo mismo. Dime ¿Qué demonios llevas puesto?

    —¿De qué hablas? Sólo se trata de mi equipo.

    —¡Exactamente! Se supone que estés vestida para la ocasión.

    2B recién se daba cuenta que las operadoras no tenían la ropa ni el velo habitual. 6O llevaba puesto un vestido de una tela cuyo color recordaba ónix, de corte recto y escote de hombros caídos. También llevaba guantes largos de la misma tonalidad y un par de sandalias de tacón. Por su parte, 21O llevaba un esmoquin negro con camisa color blanco que recordaba a la apariencia elegante de un mayordomo de la época victoriana, corbata de moño y mocasines

    —¿Por qué debería cambiarme? Y más importante ¿Por qué el mando tiene estas ropas albergadas?

    —Cuando los humanos estaban de fiesta gustaban de vestirse así. El mando lo tiene por sí en algún momento la gente de la luna quiere festejar algo con nosotros algo como, no sé, el fin de la guerra. Además ¿Para qué llevas armas? Es decir, dudo mucho que las vayas a necesitar.