~Sólo quiero conocerte. ~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia. 

(Kohaku) 

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No puedo negar que caí embelesada de Senku Ishigami desde la primera vez que lo vi, aquella tarde cuando trataba inútilmente de ayudar con la mudanza. Dejando a un lado su fuerza de pulga, hubo algo en sus ojos que me cautivaron de inmediato, quedé completamente fascinada con esa mirada carmín tan enigmática de aquel entonces. 

A pesar de que ya han pasado siete años desde que lo conocí, admito que esa mirada aún logra acelerar los latidos de mi corazón cuando, aunque sea por una fracción de segundo, se fijan en mí; pero también con el paso del tiempo he aprendido a ocultar mis sentimientos hacia él porque sé exactamente qué es lo que Senku Ishigami piensa sobre las relaciones y el amor en general. 

Decir que es un chico difícil en ese aspecto es quedarse corta, porque la palabra “imposible” lo describe aún mejor. 

Recuerdo muy bien el primer encuentro y los días que siguieron a partir de ahí, no puedo decir que todo ha sido color de rosa desde entonces pero mi corazón de una u otra manera todavía alberga con felicidad todo lo que sucedió entre él y yo. 

Mi madre de alguna forma supo que una nueva familia se mudaría a la casa de enfrente, la misma que estuvo deshabitada por varios años. Sin lugar a dudas la noticia me emocionó bastante ante la expectativa de que quizá habría por fin alguien más con quien jugar en el barrio. Si bien tengo una hermana mayor, Ruri no puede salir a jugar conmigo debido a su estado de salud que en ocasiones es delicado. 

Si bien hay otros niños en la cuadra en su mayoría eran chicos mayores por un par de años más que yo; y a pesar de que la edad de un compañero de juego no importaba para mí, ellos aun así se negaban a jugar conmigo porque me consideraban demasiado brusca. Cobardes. 

Por lo general me la pasaba sola en casa ya que mis padres solían estar fuera, ya fuese porque tenían que llevar a Ruri a las visitas al doctor, porque mamá simplemente estaba atendiendo a mi hermana o papá en sus viajes debido al trabajo. 

Así que cuando el camión de mudanza llegó no pude esperar más para mirar por la ventana y observar a quienes serían nuestros nuevos vecinos. 

Y entonces lo vi. 

El niño que en aquel entonces me cautivó y el que prometí se convertiría en mi nuevo amigo, Senku Ishigami. 

Honestamente Senku no estaba haciendo gran cosa, ni siquiera podía levantar una de las cajas medianas del suelo por lo que todo el trabajo estaba haciéndolo el hombre rubio a su lado, el que intuí erróneamente debía ser su padre. Así que sin esperar mucho más tiempo me apresuré a llegar a ellos y ofrecer mi ayuda, no voy a mentir, me dio algo de pena que el hombre del cigarrillo estuviera haciendo todo el trabajo. 

Llegué a ellos en apenas una fracción de segundo y no es por presumir, pero para ser una niña soy realmente veloz. 

Tal como mi madre me había inculcado, saludé a nuestros nuevos vecinos con cortesía o al menos lo intenté. Papá a veces me decía que me faltaba tacto para algunas cosas, los modales por ejemplo y en reiteradas ocasiones también mencionó algo sobre mi ligera aversión a seguir las reglas. 

—Hola. —El sonido de mi voz llamó rápidamente su atención e incluso puedo decir que me pareció ver a Senku saltar ligeramente del susto. Aunque rápidamente se recuperó. 

Pude notar algo en su fascinante mirada aunque no supe muy bien de qué se trataba, entonces simplemente llegué a la conclusión de que quizá ese sentimiento que sus ojos carmín transmitían se trataba de vergüenza o culpa por ser descubierto sin estar ayudando en nada. 

Tú, yo y lo ilógico que esto puede llegar a ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora