~Desastrosa bienvenida.~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia. 

 

(Senku) 

_._

Evité a Kohaku los días siguientes en cada oportunidad que se presentó, lo cual sin lugar a dudas llamó la atención de mamá. 

—Pensé que se llevaban bien. —conjeturó erróneamente, con la voz sospechosamente insinuante una de esas mañanas. 

Era terrible, mamá y papá me molestaron con tontos comentarios sobre Kohaku desde el día en el que nos conocimos, no hubo tregua alguna de su parte y mucho menos cuando del viejo se trataba; mamá sin embargo al menos trataba de ser un poco más sutil. 

Claro, eso no restó importancia a la severa molestia que todos esos absurdos comentarios causaron en mí. 

Incluso Xeno, justo antes de salir de viaje con Stan durante todo ese mes me miró de una manera que no pude identificar del todo, antes de decirme que me concentrara en mis futuros estudios y no perdiera demasiado el tiempo en otras cosas. 

Cómo sí, ¿distracciones? No cuando mi único interés era saber todo acerca de este mundo y el funcionamiento del universo… 

Stanley sin embargo fue más directo al respecto al advertirme que no me acercara demasiado a la Leona. No soy ciego y puedo ver que a Stan parece no agradarle del todo Kohaku, quizá la primera impresión sobre el desastre de lodo en el camión fue el causante, aunque no estoy seguro. 

—No tengo tiempo para ir a jugar a la calle, la escuela empieza en un par de días y necesito prepararme —le mentí a mamá, no suelo hacerlo pero situaciones como éstas necesitan medidas desesperadas—. Además el tío Xeno me regaló unos libros muy interesantes y me he entretenido leyéndolos. —Al menos eso no era mentira. 

Me fascina leer y Xeno me ha regalado un par de biografías sobre inventores famosos y otros libros de Carl Sagan, también me regaló uno de Neil deGrasse Tyson llamado “Crónicas del espacio” ¡oh sí! Otro que ha llamado mi atención fue “Hacia las estrellas: una breve guía del universo”; aunque este en realidad fue un regalo de cumpleaños de mi viejo que aún no había podido leer debido al asunto de la mudanza. 

—Vaya, no cabe duda que eres un niño muy inteligente. —me dijo, esbozando una media sonrisa. Aunque en el fondo sentí que las palabras de mamá guardaban un segundo significado que nada tenía que ver con mi absoluta y verdadera dedicación a los estudios. 

¡Me había pillado en la mentira sin lugar a dudas! Pero a pesar de ello y de la intensa mirada cerúlea de mamá, me hice el desentendido y simplemente me limité a encogerme de hombros. No, no me arriesgaría a pasar otra escena con la Leona como la del día anterior… ni un milímetro. 

Mi agudo sentido común me decía que Kohaku significaba peligro al diez mil millones por ciento. 

Y por desgracia lo confirmé un par de días después, justamente en mi primer día de clases. Supe entonces que el segundo año sería difícil para mí, por supuesto no por el aspecto académico, eso sin lugar a dudas sería pan comido… el problema en sí, bueno… 

De nuevo todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos exactamente, en el momento en el que puse un pie en el salón de clases del señor Izaki. ¿Fui quizá demasiado ingenuo y confiado al no prever que Kohaku estaría en el mismo salón que yo? 

No lo sé, aún al día de hoy sigo teniendo mis dudas al respecto ya que no soy alguien que crea en algo tan absurdo, eso a lo que los demás llaman como “destino”. O ¿Mala suerte? Quizá, aunque yo prefiero llamarlo un caso de entropía negativa. 

Tú, yo y lo ilógico que esto puede llegar a ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora