Dos hombres dados por muertos han empezado desde cero, con vidas nuevas en puntos lejanos. Hasta que un bar de mala muerte, una pelea y el destino es suficiente para cruzarlos otra vez.
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Fueron al otro lado del planeta, solo les tomó un par de horas, pero fueron las horas más largas y tediosas para ambos caza recompensas. Para cuando Ben había vuelto a la nave luego de cargar con el cadáver, Hux ya estaba dormido, dándole la espalda. Por la mañana, la nave ya estaba en marcha cuando Ben despertó, en el suelo de la cabina trasera, con la bolsa poco inodora que guardaba al cathar relativamente cerca de él, cosa que lo hizo ponerse de pie rápidamente y alejarse; siempre ha odiado el olor a muerto y le es casi aterrador desde Exegol. Después de tomar un vaso de agua se dirigió a paso lento a la cabina, como si no quisiera llegar ahí, pero no requería de demasiados pasos, así que finalmente cruzó la puerta. Esta vez no saludó, el otro tampoco lo hizo, siguió viendo al frente, cruzando el cielo de Umbara. Uno junto al otro en una cabina reducida, en silencio y tensos, se sentía como estar a un borde planetario de distancia y probablemente sería mejor si lo estuvieran. Cuando pararon la nave, Hux se puso de pie sin decir nada y Ben solo supo seguirlo casi con obediencia.
Entregaron el cuerpo a un par de la misma especie del blanco, el varón los miró con molestia al ver que estaba muerto, la hembra les pagó, 500 créditos menos, pero por lo menos les pagó. Cuando estuvieron de vuelta en la nave, el pelirrojo se puso a hacer cuentas bajo la atenta mirada del pelinegro, quien solo veía con la cabeza de lado y un puño en su mejilla sosteniendo el peso, no esperando nada, solo atento. Hux por momentos susurraba palabras concentradas para sí mismo. Apartó 300 créditos en una pila, 200 en otra, guardándolos en una de las guanteras, luego dividió justo a la mitad los 1000 restantes, poniendo con cierta fuerza 500 frente a Ben, guardando los otros en uno de los bolsillos de sus pantalones cargo color verde militar, sin mirar a Ben en ningún momento.
-¿Qué es esto? – finalmente se atrevió a preguntar Ben, pero no detuvo al otro, quien se alejaba al otro extremo de la nave.
-Tu parte – dijo sin emoción antes de meterse al baño. Y Ben se sintió peor que si le hubiera hablado con enojo. Pero no podía culparlo.
Para cuando Hux salió del baño, con el rostro lavado y agitando las manos para secarlas, Ben lo esperaba recargado en la pared contraria. Suspiró y estuvo a punto de pasar de largo al menor, pero unas palabras lo detuvieron.
-Lo siento – soltó, con una voz queda, sin mirar al otro pero claramente hablándole a él.
-¿Qué? – si bien lo había oído bien y tenía una idea de a qué se refería, quería escucharlo de nuevo.
-Lo siento General – eso casi detiene el corazón de Hux – Me disculpo – finalmente lo miró, con esos ojos marrones profundos.
Hubo un silencio pero finalmente Hux se colocó frente a él – Es tu primera misión, está bien.
-No, no lo está, no es justificación – agachó la cabeza – Era algo tan sencillo, tuve misiones mortales en el pasado, esto era simple y aun así logré arruinarlo.
-Yo también he tenido malos días – se encogió de hombros.
-Pero no por lo mismo – ante los ojos verdes, lucía como un adolescente aceptando la culpa de algo que no tenía mucha importancia más que para él mismo.
