Como el Sol

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Qiu Tong era como el sol, tan brillante y hermosa que provocaba que el pecho de Sun Jing se calentara.

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Qiu Tong era como el sol

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Qiu Tong era como el sol. Era tan brillante a los ojos de Sun Jing que por más que doliera, quería mirarla y seguirla mirando. Era hermosa, y Sun Jing se dormía anhelando sentir el largo cabello rubio a su alrededor, sumergir sus manos en él y sentir la suavidad de aquellas hebras de oro.

Sus labios eran tan suaves, tan delicados que Sun Jing tenía que resistirse de morderlos y lamerlos cada vez que los besaba.

Era tan amable, tan linda, tan buena, que a veces Sun Jing no se creía merecedora de ella. Creía que tener a Qiu Tong en sus brazos era un sueño del cual tenía que levantarse pronto.

La amaba, la amaba tanto que no podía despegar la mirada de enamorada de su cara cada vez que ella sonreía. Cada vez que sus ojos oro se dirigían a los suyos con una mirada cariñosa y curiosa. Cada vez que había un poco de lujuria en sus ojos que, aunque ya hayan pasado años de estar juntas, aún le era sorprendente de ver, porque Qiu Tong era pura, era realmente pura y Sun Jing creía que la manchaba.

Pero no lo hacía.

—¿Por qué me miras así?— preguntó Qiu Tong totalmente sonrojada. Jamás se le quitaría la timidez de cuando Sun Jing la miraba fijamente. La pelinegra podía quedarse toda la noche de la forma en la que estaban: La rubia acostada de espaldas en su cama, su pelo rubio esparcido en la cama, la tira de su pijama deslizándose por su hombro mientras Sun estaba a horcajadas de ella, su mano en la cintura de su novia y la otra apoyando al lado de la cabeza de la chica.

—Jamás me canso de decirte lo hermosa que eres.— suspiró. Qiu Tong enarcó una ceja y soltó una risita nerviosa golpeando a su novia en el pecho —¿De que te ríes?— preguntó Sun Jing tratando de contener una risa.

—¡La forma en que lo dices!— respondió Qiu, Sun pudo contemplar lo roja que se ponía y miraba hacia otro lado —Como si fuera la primera vez que me ves...— Sun Jing le dio una sonrisa a la otra chica se inclinó para darle un beso en la nuca provocando un temblor en el cuerpo de Qiu Tong.

—Todos los días me siento admirada por ti, como si fuera la primera vez que te veo. Aunque estuvieras roja y aterradora...— Sun soltó una risita y le dio un suave pellizco a Qiu Tong en la pierna —¡Ay! Pero si lo eras— Sun subió su rostro repartiendo suaves besos en la barbilla hasta llegar a los labios.

—Lo sé, pero no podía evitarlo.— y la besó en los labios. Se sumergieron tanto en ese beso, que no distingueron paso del tiempo ni nada. Solo eran ellas dos en aquella habitación demostrándose cuanto se amaban como si no lo hicieran siempre.

Qiu Tong soltó un pequeño gemido, aquel que tanto amaba Sun Jing, delicado como lo era ella, cuando comenzó a tocar sus pechos por sobre la camisa de pijama.

Straight | Tamen di gushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora