Capítulo 2

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Después de quedarse minuto tras minuto simplemente acariciando las orejas del gatito, Heeseung comprendió que al pequeño minino le agradaba ese gesto, cerraba sus ojos y ronroneaba un poco más fuerte, aún sobre su regazo y si el mayor podía ser sincero, en realidad Jungwon tenía muchas cosas de felino, pero no le molestaba, eso no quitaba que fuera, para él, la criatura más hermosa del planeta.

Con simplemente verlo, esos ojos color esmeralda tan preciosos y brillantes, grandes, llenos de vida, de inocencia, esa piel suave, como de un niño Bueno, Heeseung, es que es un niño. -Pero definitivamente se podría conseguir una nueva adicción con el simple roce de su piel. Más de una vez ya había sentido a Jungwon estremecerse cuando tocaba un punto en sus orejitas que le agradaba, y Heeseung no evitaba sonreír ante eso.

Bajando la vista, observaba la traviesa cola del menor, y si bien estaba relajado, la punta de esa larga extremidad se movía de lado a lado, en lo que Jungwon continuaba sosteniendo el vaso con las dos manos, sin querer derramar nada, ya lo habían golpeado mucho por eso y aunque se consideraba un poco torpe, aprendía la lección a la tercera o a la cuarta vez.

De hecho, aún había cosas que el gatito no entendía, como la razón por la cual Heeseung le estaba acariciando las orejas de esa manera tan delicada, quizás era porque había podido pronunciar su nombre y ahora merecía su premio, un perfecto premio lleno de caricias. La gran mano de Lee se pasaba de una a otra sin ningún problema, causándole cosquillitas de vez en cuando. Y no era que se quejara, eso se sentía extremadamente bien.

Pasados unos minutos más, Jungwon aún tenía el vaso a medio tomar, pero lo alejó de sus labios para luego relamerlos, quitándose todos los restos de leche. Miró hacía su cola, subiendo luego la vista a Heeseung. Ese chico había sido muy amable con él ¿Cómo podía agradecerle? No, el pequeño Jungwon sentía que ya no era suficiente un simple beso en la boca, así que miró a Heeseung y sin decir más, volvió a cortar la distancia entre sus rostros, atrapando los labios en un lento contacto.

Jungwon jamás había besado a nadie antes. Por raro que parezca, siempre lo tenían encerrado en una zona diferente a los demás gatos. Él creía que era porque se comportaba muy mal, ya que lo que si solían hacer, era golpearlo sin piedad alguna hasta dejarlo en el suelo, lleno de moretones y largas tiras de sangre. Claramente nunca su rostro, jamás en la cara, y según escuchó decir a uno, era porque tenía que mantenerse bonito, como una puta sin estrenar. Sin embargo, Jungwon aprendía. A diario veía a los otros ser sacados de sus jaulas a tirones de cabello, los escuchaba llorar, gritar, algunos maullar, otros decían palabras cortas, quizás fue de ahí que aprendió a decir "sí" y a decir "No", también supo decir su nombre por las miles de veces que al golpearlo, con esas sonrisas oscuras y feas, gritaban el "Jungwon, eres un buen gato" ya que nunca ponía resistencia a los golpes, y de hecho, supuso que de eso se trataba su vida, no tenía que hacer nada, porque ese era su mundo, un lugar del que nadie lo salvaría.

También supo que los besos son por agradecimiento cuando esos hombres grandes se encargaban de moler su boca contra la de alguno de sus compañeros, quizás amigos, si Jungwon comprendiera mejor el significado de amistad. Pero con este chico era diferente, él no sentía miedo, mucho menos chillaba como los otros cuando sus labios impactaban contra los del mayor. Podía hasta romper el beso cuando él deseara, cosa que no sucedía en el otro caso ¿Por qué este tipo era tan raro?

Meow—. Soltó un pequeño maullido al separarse de los labios de Lee, mirándolo a los ojos, Jungwon le sonrío y entonces Heeseung hizo lo mismo. Para Heeseung, todo esto era una tremenda locura, tenía tantas preguntas en la cabeza en aquel momento, pero aunque quisiera, ese niño frente a sus ojos no podía responderle a nada, ya que lo único que salía de sus labios eran esos pequeños, tiernos y definitivamente encantadores maullidos.

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