capítulo 7

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Sentía el cuerpo caliente de Heeseung sobre el suyo, con el gran miembro de este golpeando con fuerza cada detalle de su interior, cada centímetro, volviéndolo completamente suyo, profanando todo espacio virgen de sus paredes internas. Jungwon solo sabía gemir, siendo un completo lío, no sabía por dónde llegaba más placer, si por la traviesa mano de Lee acariciando su miembro con tal velocidad y dulzura, o la forma como entraba y salía de su cuerpo, llenándolo con esa sensación de fogoso amor que lograba hacer que su mente se pusiera en blanco y todo el placer corrompiera su corazón, su mente y su cuerpo.

—¡Ah! ¡Hee!— Soltó un fuerte gemido al sentir otro de esos toques en un punto de síque lo llevaba al placer más profundo. Vio claramente la sonrisa del mayor antes de tocar de nuevo ese lugar con su miembro. Jungwon sentía que ya no podía más, que terminaría muriendo o algo parecido porque no era posible tanto en su cuerpo, tantas sensaciones ¿Cómo era que aún estaba vivo? Arqueaba su espalda, deseando poder resistirlo, no quería terminar, no cuando él y Heeseung estaban tan unidos como en ese momento.

—¿Te gusta, pequeño? ¿Más rápido? ¿Más profundo?— Escuchaba la voz de Heeseung algo distante, pero sin embargo estaba ahí. Él solo asentía con la cabeza, relamiendo sus labios, perdiéndose en todo lo que el más alto le proporcionaba, hasta que de un momento a otro, colapsó.

Y el gatito Jungwon se levantó.

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Removió sus esponjosas orejas, abriendo sus ojos tan rápido que quizás hasta le dolieron, pero no importó, se encontró a sí mismo en la cama donde dormía con Heeseung, pero faltaba algo ahí: Heeseung. Meneo su cola un poco y se sentó despacio, estirándose, sintiendo todo su cuerpo un poco más rígido de lo normal, y entonces lo vio, ahí bajo sus pequeños boxers, su miembro totalmente despierto creando una pequeña carpa con su ropa. Jungwon gruñó ante eso, recordando lo que había soñado y meneo la cabeza, era injusto que haya sido solo un sueño, él quería que en serio Heeseung le estuviera haciendo todo eso.

El minino sabía de sexo, sí, no sabía que se llamaba sexo porque para él no tenía nombre, pero sabía del acto porque lo había visto muchas veces entre gatitos como él y los señores que los "cuidaban" por decirlo de una manera. Como siempre, Jungwon se preguntaba qué era eso que hacía que los iguales a él se llenaran de placer, porque a él nunca se lo hicieron y de hecho, en medio de su ignorancia, siempre pensó que sus compañeros exageraban, no podía ser algo bueno aquello que al inicio les dolía tanto, porque él lo veía, esa expresión llena de dolor y las lágrimas cuando eran poseídos de esa manera por las personas sin orejitas ni cola.

Pero ahora, estaba soñando con Heeseung haciéndolo suyo ¿Eso estaba bien? ¿Qué tal si Heeseung se enojaba por su culpa? No debía de pensar en esas cosas, pero su cuerpo lo demandaba, y aunque el minino Jungwon no se imaginaba cuanto el mayor lo deseaba, ahora se estaba regañando a sí mismo por haber tenido lo que el humano común denominador conoce como "sueño húmedo".

Sin pensarlo mucho, y simplemente pensando que Heeseung estaría en el primer piso o más bien en la cocina preparando algo, Jungwon se tomó su tiempo para estirarse y peinar sus orejas con su colita, porque él quería verse hermoso para su dueño Heeseung. Una vez terminó, se levantó de la cama y caminó tranquilamente hasta el primer piso, bajando con cuidado las escaleras, ya se había caído una vez y aunque calló de pie, se había golpeado la nariz ese día, y también Heeseung lo había sermoneado por no tener el cuidado suficiente.

Sonrió al recordar que después del sermón, Heeseung lo cargó y lo trató como un bebé todo el tiempo, llenándolo de besitos y pequeños mimos. Heeseung era perfecto y él amaba a Heeseung. Con esa misma sonrisa encantadora y enamorada, caminó hasta la cocina, pero para su mala suerte, no encontró a Heeseung.

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