Diario de un Corazón roto

capítulo 4

Me han dicho que has preguntado por mí.

Han pasado semanas desde que te fuiste.
Semanas que para mí parecían meses.
Pero a ti eso te da igual.
¿Por qué dijiste que me quisiste cuando juraste amarme?
¿Dónde estás?
¿Por qué no te reconozco?
¿En quién te has transformado?
No paro de temblar mientras miro a un punto fijo recordando todas tus promesas falsas.
Sí.
Sigue doliendo.
Y duele un poco menos.
Pero sigue haciéndolo.
Porque te fuiste cuando más me dolía, aún cuando me prometiste que seguirías conmigo siempre, pasara lo que pasase.
Te odio.
Te odio tanto.
Y odio más tus mentiras, tus promesas falsas, tus lágrimas transparentes, el muro que creaste.
Odio está lluvia que cae cada vez que pienso en ti porque siento que en ningún momento va a volver el arcoiris.
¿Por qué quemas más la herida?
Arroja tu basura en mi mar.
Arroja tus sentimientos en él.
No quiero ahogarme de nuevo.
Por favor ayuda.
Quiero gritar pero me has quitado la voz.
Me está desgarrando el alma.
Me sangra.
El corazón me sangra cada vez que dices que te has ido.
Y caigo al suelo desplomada.
Con mil lunas en mis ojos.
Pero cuelgan de ellas 100 estrellas.
Y sin embargo, tú buscas un planeta cuando yo puedo ofrecerte el universo entero.
Quiero volver a amar.
Quiero sentirme amada.
Quiero pensar que alguien de verdad me quiere.
Pero seguramente esa persona vuelva a mentirme como lo hiciste tú.
Volverá a prometerme una vida que jamás cumplirá.
Y yo seré demasiado ingenua  y caeré en un juego infinito.
No quiero morir.
No quiero morir así.
Pero a veces creo que ya estoy muerta.
Que el culpable no fuiste tú si no cada una de tus palabras que me hirieron como finas balas.
Una a una.
Pero yo aguantaba.
O eso creía.

Porque nadie puede salvarte de ser ahogada si no puedes gritar.