SAUDADE

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El anochecer había terminado, y el amanecer estaba arribando con los pequeños rayos de sol que brindaban una tenue luz a la sala, un dolor en el cuello había comenzado a aparecer, sabía exactamente de dónde venía pero ignoraba aquello, el vistazo al espejo me reveló las ojeras notorias que no han cesado, el agua congelada no había hecho efecto tampoco en eso, es tal vez ésta la quinta noche sin dormir, y es que eso de conciliar el sueño se me ha hecho difícil cuando no tienes con quién soñar.

¿Porqué evitarlo? Porque hasta en mis sueños se esconde, trato de alargar mi insomnio pero por momentos la cafeína comienza a repugnarme, y es que creo que seguir sin su mirada es lo que me está matando, le he buscado en varías oportunidades quise volver a leer sus libros favoritos, como en aquella vez que fué la última vez que la ví, notaba tras las lagrimas en sus ojos que necesitaba de alguien, que necesitaba de mi.

En ocasiones imaginaba sus abrazos, ella me abrazaba tan fuerte que pensaba que nuestros cuerpos serían uno y el momento se detenía allí.  Trato de recordar cuando fué la última vez que la miré sonreir, y me sonroja recordar cuando la veía contonearse por los barandales de su departamento debatiendo si utilizar aquél vestido, el vacilar del viento que besaba su cabello, siempre tuve miedo de perderle y ahora que no la encuentro el perdido soy yo. Pero entonces recordé que algunos días no sabemos qué somos, cómo estamos o por qué seguimos, pero bien seguimos adelante sin motivo o sin razón, aunque algunas veces si existen muchos motivos y muchas razones que luego con el tiempo cambian o desaparecen

Pero ella no desapareció, se había colado tan profundo en mi ser que me importaba poco los daños colaterales que podría llegarse a ocurrir.

—Señor.— un llamado hace que note el reflejo del espejo dónde mi sonrisa hace presencia.

—Habla.— había dejado de ver mi reflejo para mirarlo directamente a los ojos.

Escuché al jóven pasar saliva y era normal, me encantaba ese sonido cuando alguien me teme.
—Encontramos una señal mínima.— avisa, entonces mi sonrisa se ensancha.
—El equipo está ubicando las coordenadas.

A pasos lentos me acerqué a él, y noté cuando comenzó a temblar, me encantaba eso.
—Muy bien— había llevado mi mano a su hombro y haber dado unas cuantas palmaditas.
—Que sea rápido.

—Si señor— no volvió a mirarme, en cambio, salió como alma que lleva el diablo. Pero haber pensado eso provocó que saliera de mis labios una carcajada, pues había olvidado que yo mismo soy el diablo.

—Feliz supongo.— una voz femenina cayó mis risas. Se dirigió a mi contorneando sus caderas, pero entonces ella, su rostro, se coló por mis pensamientos.

—Pronto lo estaré.

—Espero te hayas calmado entonces ya.

—Me he quedado en mi habitación el resto de la noche, estoy más que calmado.

Yo había ido a mi escritorio, y ella se había acercado, sus manos se colaron por la camisa que llevaba puesta y comenzó a quitar el resto de los botones abrochados que tenía.
—Necesitas relajarte— dice, mientras deposita un beso en mi cuello.
—Estas cansado y perdiendo el encanto.

Alejo de forma rápida sus manos.
—No me gustan que me toquen.

—No habías dicho eso hace unos días.— reprochó.

Yo sonreí.
—Lo de hace días fue una necesidad que me urgía.

Sus ojos se abrieron en grande.
—¡Eres un animal!— bramó furiosa.

Una fuerte risa se escapó de mi boca. Su rostro denotó confusión hasta que me levanté molesto tomándola por el cuello.
—Si yo soy un animal que quedará de ti.

—Es mejor que me sueltes.— y tuve que hacerlo porque las tenía de perder. Ella llevó su mano al cuello.
—Te haz vuelto loco.

Levanté una ceja.
—¿Se te olvida quién soy querida?

—No— contestó.
—Pero te ha cambiado.

—Mi corazón y cuerpo le pertenece a ella.— dije seguro.
—Tu para mí no vales nada, solo eres un pasatiempo.

—Solo soy tu marioneta en éste juego— confesó. Dejándome con la palabra en la boca.
—Pero desde hoy dejaré de ser tu pasatiempo.

Una sonrisa con sorna se me escapa.
—Solo tú te creerás eso.

Su rostro se acerca al mío.
—Una mujer podrá cometer muchísimos errores y perder cosas.— su vista se clava en mi.
—Pero jamás la dignidad.

—¿La dignidad? ¿Cuál?— me burlo.
—Esa la perdiste.

—Y tú la hombría al perseguir a alguien que ni puta idea tiene de ti.

Había levantado mi mano para propinarle una bofetada cuando ella se enderezó.
—Eso no le gustaría a mi primo.

—A tú primo lo tengo comiendo de la palma de mi mano.— murmuré.
—Es más leal a mi que a ti.

—Eso dices tú.

Ella sonríe.
—No me provoques.

Sus pasos se fueron alejando hasta llegar al umbral de la puerta.
—Te recuerdo lo que el primer día te dije.— y que me lo recuerde, porque mi memoria es muy borrosa.
—Jamás estará en tus brazos.

El sonido de sus tacones comenzaron a perderse en la casa, lo más cercano que tenía era una botella de vino y la impacté contra el pilar. Ella sería mía, así sea sometida.

—Esos amores hijo.— una voz carrasposa salió de lo oscuro de las escaleras.

—¿Tú también te aparecerás como si nada?— le Cuestioné.

—Solo vengo a darte mis consejos.

—¿Cuáles consejos?— reí.
—Tu la perdiste, yo no perderé a su hija.

—Y es por eso que te daré un consejo.

—Ya estás viejo para esas cosas.

Un gruñido salió de el.
—Una cosa es amor y otra es obsesión.

Había dicho aquello y salido por la puerta también. Mi amor por ella no es una obsesión. 



Seudade: Sentir nostalgia, deseo o añoranza por algo que no tienes.



C R I M E N [Park SeongHwa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora