Después de dos clases de química y biología, volvió en autobús a casa, donde estaban Clay y Justin en la habitación, en un largo e incómodo silencio. Al abrir la puerta, a ambos se les iluminó la cara, cosa que le causó gracia.
— Que bien que has vuelto, este tío es un coñazo.— ese fue Justin, rio nuevamente.
— Bien...— Jensen se levantó de la cama estirándose. — Yo me piro. Ocúpate de él.— y antes de poder decir algo más, se retiró. La pelirroja se giró hacia Justin y se observaron unos largos segundos, pero no incómodos. Ella sentía la irresistible necesidad de saber más, y él la terrible necesidad de cuidarla, sin tener más razones que los recuerdos de cuando eran pequeños.
— Y... ¿qué hacías allí?.— ella quería saber más, y él quería que supiera lo menos posible.
— Bueno, el dinero que tenía me lo gasté entre hoteles y... otras cosas.— su voz era lenta y triste, no quería contarle la parte de la oxicodona o la heroína. Megan intentó imaginarse el infierno que ese chico había vivido, y aún así no se acercaba a lo que realmente había pasado. Pasaron el rato entre pequeñas charlas y risas, decidieron ordenar pizza y comerla antes de que llegaran los Jensen, por lo que ahí estaban, en la habitación del hijo único de la casa dedicándose cortas miradas y sonrisas, pero nada fuera de lo normal.
— Y... ¿estás haciendo algo a parte de estudiar?.— Justin ya no sabía que más decir para poder seguir hablando con esa chica a la que llevaba más de 6 años sin ver.
— Bueno... quiero tener el puesto disponible qué hay en el cine, el que era de...— Megan hizo una pequeña pausa, triste por pensar en Hannah, y prosiguió. — y quiero dar clases particulares a chicos que tengan dificultades... Quizás podría ayudarte a ti, cuando vuelvas al Liberty.— el oji azul se atragantó con su trozo de pizza y lo escupió lejos. Ambos se observaron unos largos segundos, procesando todo aquello; Megan sin saber el porqué de su reacción, y Justin imaginando el infierno al que tenía que volver. Entonces Clay entró por la puerta.
— ¿Habéis pedido piz...— todos se quedaron en silencio.
— Clay, ¿esperas que vuelva al Liberty? Sabes que no lo haré.— el nombrado no entendía como sabía aquella información, miró a su amiga en busca de una explicación y ella le moduló un "lo siento" inaudible.
— A ver, Justin... Jessica quiere testificar en contra de Bryce y necesita tu testimonio para tener credibilidad.— Justin se levantó tirando el plato al suelo, pasando sus manos frenéticamente por el pelo.
— Clay, no entiendes, ¡no puedo volver!.— la pelirroja se levantó e intentó calmar a su amigo, aunque no tenía muy claro cómo hacerlo, solo se limitó a levantarse y poner sus manos suavemente en sus hombros, para intentar transmitirle un poco de calma. — Megan, no entiendes, no puedo volver allí, no otra vez.— a ella se le encogió el corazón ante esos ojitos llenos de lágrimas de ansiedad, y Justin se sentía acorralado, sin escapatoria, no soportaría ver a Jessica, y menos a Bryce. Le habían sacado de la calle y ahora querían que testificara en contra de lo que en algún momento fue su mejor amigo, estaba en deuda por ambas partes, no estaba muy seguro de lo que debía hacer... Si huía, se alejaría del problema, pero Jess perdería el juicio, y por tanto la señora Bakker también.
— Justin, por favor. Piensa en Jessica, te necesita.— y un clic hizo en su cabeza, la chica a la que más había querido, y de la que seguía enamorado, lo necesitaba. Debía ayudarla.
— Bien... pero, no voy a volver al insti. Es mi condición.— ambos asintieron rápidamente, felices de poder ayudar a su amiga, Meg ya sabía las razones por las que habían ido en busca de Foley. Se sentaron nuevamente y en silencio, comieron la poca pizza que quedaba, vieron un poco de televisión, y cuando los padres de Jensen llegaron, Megan se fue a dormir a su habitación.
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ᴀᴅᴅɪᴄᴛɪᴏɴ ➳ Justın Foleч
Fanfiction[comienzo en la 2ª temporada] Todo comenzó con el suicidio de Hannah Baker. Después vino el juicio... Lo que no sabían, es que todo eso solo era el principio del fin. Ni Megan ni Justin estaban preparados para lo que se avecinaba. Una tormenta de em...