Capítulo 8

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Dana

El teléfono no paraba de vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Pensé que sería mi jefe, a quien ya le había mandado un mensaje actualizándolo de la situación con el coche de mi clienta favorita ―nótese el sarcasmo―, pero resulta que es mi adorable madre. Sí, sarcasmo otra vez. No pienso entorpecer mi paseo con Lando por lo que seguramente será una tontería. Una tontería que, con total seguridad, me cabrearía.

―Tierra llamando a Dana ―escucho a la par que veo una mano desplazarse frente a mis ojos―. ¿Estás bien? Llevas un buen rato en las nubes. Si hay algo que te preocupa, puedes contármelo.

―No te preocupes, Lando, dramas familiares ―le resto importancia.

―Soy un experto en ese tipo de dramas. Cuéntame, ¿alguna discusión que te haya dolido especialmente?

Caminando por las calles de mi preciosa Nueva York, con un hombre tan jodidamente apuesto a mi lado, me replanteo si mis dramas familiares son para tanto. Que tus padres prefieran vivir alejados de ti no es para tanto, ¿verdad? Tengo buenos amigos, buen trabajo, un buenorro que aparentemente quiere conocerme mejor...

―Lo estás volviendo a hacer ―dice frenándose. Su mano en mi muñeca me trae de vuelta a la realidad.

―Perdona. Soy una egoísta, no debería estar pensando en nada que no fueras tú ―digo mientras sonrío―. Mi familia es complicada, pero tengo la fortuna de tenerla lejos, así que mejor aprovechemos el tiempo juntos, sin dramas. Prometo no volver a irme por la carretera de mis pensamientos.

―Estoy aquí para ti, ¿vale? ―se preocupa. Su mano en mi barbilla casi hace que mis piernas tiemblen.

―Gracias, lo tendré en cuenta ―murmuro perdida en su mirada. Tras varios segundos mirándonos en silencio, decido hacer lo que más me apetece: lo agarro por su camiseta atrayéndolo a mí y le planto un beso en los labios. Este no es hambriento, ni apresurado. Apenas existe un roce cariñoso entre nuestras lenguas, pero se siente tan íntimo como el que más.

―Me vuelves loco, Dana.

―Entonces hagamos locuras juntos.

El tiempo con Lando pasa volando, por eso cuando le avisaron de que su coche ya estaba listo me costó creerlo. Estábamos metidos en el baño de un centro comercial haciendo lo que no se debe hacer en lugares públicos, pero es que follar con Lando era tocar el puñetero cielo. Y besarlo... Besarlo era una maravilla. Perfecto para mí. Perfecto en todos los sentidos.

―¿Me acompañas a por el coche? ―pregunta una vez estamos adecentados.

―Claro.

Mientras deshacíamos nuestros pasos de vuelta al taller, la llamada de Zhenj me alegra sobremanera.

―Disculpa ―le digo a Lando antes de descolgar.

―No es problema ―me sonríe.

―¡Qué sorpresa! ¿A qué se debe el honor? ―comento al descolgar la llamada. Zhenj es uno de los mejores cocineros del universo. Trabaja para mi madre, porque la señora es así de diva, y quiere hasta cocinero personal, pero también es mi ángel de la guarda.

Cuando dice que está en la ciudad mi alegría es visible a kilómetros de distancia. Se avecinan días apasionantes.

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Hola, bombones. Siento la tardanza. Si leéis esto, gracias <3

Un Peligroso Azar (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora