Oxígeno con nombre y apellido

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La noche pasa y las horas me persiguen una y una, picándome las costillas.

¿Cómo es posible que me pidan dormir si en menos de un mes, quizás, estaré lejos de casa viviendo una vida completamente distinta?

Y sé que es por algo bueno y estoy tan feliz de partir lejos, pero alguien toca mi hombro, recordándome que no lo olvide.

Me doy cuenta de nuevo, que no solo estaré dejando en casa mi antigua vida, sino, el oxígeno que respiro, el cual tiene nombre y apellido.

Y sus ojos me miran y miran a mi alrededor como dos personas en un escenario sosteniendo un secreto enfrente de una enorme multitud que pide que se le cuente un chiste bueno en una noche de comedia.

Me percato de que lo que pase será visto y juzgado por todos quienes son nuestros amigos, quienes pensamos que lo son, quienes quieren serlo, quienes creen que lo son y quienes no les interesamos en lo absoluto, pero aun así les da curiosidad el cuchicheo de las voces.

Voces a nuestro alrededor preguntándonos en voz alta qué pasará después.

Entonces las voces corren y se escurren en las conversaciones e intentamos pararlas, con torniquetes, vendas y besos.

Mi corazón está encadenado en oro y diamantes a mis esperanzas y metas junto a la mano que toco mi hombro, ósea, el oxígeno, ósea, el oxígeno con nombre y apellido.

Quien me canta al oído, poesías en varios idiomas, palabras sumergidas en dulzura que nunca han empalagado mi oído. Las que se han convertido en el alimento vital que le permite a mi boca poder producir una sonrisa verdadera.

Hemos crecido y madurado nuestro entendimiento sobre la vida juntos, el sabor exquisito de un abrazo y beso después de una pelea y la satisfacción de un te amo después de meses de miseria en soledad.

Vaya. Me dicen. Qué tristeza.

No, ustedes, voces que buscan nuevas noticias para debatir comiendo botanas los fines de semana. Ustedes no entienden.

Y lo más triste es que solo son espectadores amantes del drama, que jamás podrán comprender ni un poco lo que se siente ser feliz por partir, pero al mismo tiempo, por eso, dejar de respirar oxígeno que tiene nombre y apellido.

-Olympia S. Garzón. 

SIN PODER DORMIR / POEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora