Imaginar lo es todo...
Esta historia es una serie de capítulos con diferentes personajes conocidos version anime. Fandoms de todo tipo.
Dejó las puertas abiertas del paraíso, tu decides si quieres entrar o seguir de largo...
QUEDA PROHIBIDA LA REPR...
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ANIME: Attack on Titan. PERSONAJE:Levi Ackerman. CATEGORÍA:Confesión/Romance. ADVERTENCIA: Capítulo largo.
A PEDIDO
Lara estaba muy nerviosa ese día y había una razón. Se había cansado de esperar, de guardarse el secreto para ella sola, tenía que decirlo porque de lo contrario explotaría.
Ese era el día que le diría al capitán Levi que estaba completa y localmente enamorada de él.
La verdad es que no había sido así desde un principio. Lara era una persona apasionada, eso es cierto, y él... bueno, digamos que la palabra "expresivo" no iba con él y eso a ella la frustraba demasiado en ciertas circunstancias.
Lo odio al principio, en el momento en que el comandante Erwin Smith la presentó ante su nuevo compañero Levi Ackerman, ambos no se llevaron bien, pero también es cierto que su compañerismo mejoró al pasar los años. Sus demás compañeros se marcharon, algunos con dignidad y valentía, otros no tanto. Pero ellos se mantuvieron en el mismo equipo, quizá fue eso lo que los unió al final.
Ese mismo día lo tenían libre, y Lara había estado toda la noche anterior planeando una estrategia.
El capitán Levi se había convertido en su mejor amigo, confiaban el uno con el otro, y eso era su mayor fuerte. Lara había respetado su amistad todo ese tiempo, hasta que ya no resistió más.
Se encontraban alejados de la muralla en un campo donde tanto los subordinados de Levi como los de ella se encontraban refugiados pero no privados de entrenamiento.
Aquello era una antigua base de entrenamiento de la legión, hacía tiempo que estaba en desuso así que no se encontraba en sus mejores condiciones. Todavía se sentía la suciedad en cada rincón.
Lara supo exactamente dónde se encontraría Levi y fue directo hacia él.
Sus manos inquietas no dejaban de pellizcar sus muslos mientras que sus piernas temblaban por el simple hecho de imaginarse la expresión de su mejor amigo al escuchar su confesión.
¿Debía hacerlo realmente?
¿Era necesario que se lo confesara?
¿Y si a él le daba igual? ¿Qué ganaba con todo eso?
Aquellas eran unas de las tantas preguntas que se hacía desde que había tomado la decisión el día anterior.
Pero no podía dejar que nada se lo impidiese, ni los nervios, ni el miedo, ni sus ganas de vomitarlo todo ahora mismo.
Era su momento, y aunque aquello provocaba más terror en ella que enfrentar a un excéntrico sin el equipo de maniobras, tomó todo el coraje que de su cuerpo y mente pudo extraer.
