Capítulo 2.

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Se me heló la sangre al escuchar eso. Este chico era escalofriante, simplemente aterrador. Decía las cosas tan fríamente, con una tranquilidad impresionante. Cada palabra que decía parecía como si la hubiera practicado una y otra vez. Le fluía cada frase.

-¿Por qué dices eso?- Musité intentando mantenerme firme. Él torció su boca en una sonrisa que me hizo estremecer.

-Piénsalo bien. La gente que viene a este psicólogo normalmente ha cometido algún asesinato, tienen problemas mentales serios, o simplemente son peligrosos para la sociedad. ¿Tu me ves así?

Sí, la verdad es que sí, Pensé.

-Pues sí.- Dios, ¿De verdad lo dije? ¿Que me ocurre? Estúpida. Louis enarcó una ceja y sonrió de lado.

-¿Ah sí?- Asentí. -Bien, pues cree lo que quieras. Pero no vas a obtener información de mí.- Sonrió satisfecho y se apoyó en el respaldo del sillón, apoyando sus piernas sobre la mesa nuevamete.

Un gran momento de silencio invadió la sala. Yo ya no sabía que decir, y eso era algo muy raro en mí. Nunca me había ocurrido esto con un paciente. Siempre lograba tomar confianza con ellos. Pero ahora, al parecer, el que me está interrogando a mí, es Louis.

Y ahí estaba él. Satisfecho por su reciente respuesta ya que sabía que a mí me había dejado confundida y sin palabras. Sus manos se encontraban tras su cabeza, demostrando un grado de comodidad y tranquilidad increible. Me observaba con aquellos ojos verde-azulados tan sereno como un lago. Pero luego estaba esa capa oscura que los cubría con misterio y una escalofriante ola de frialdad. Aquel lago sereno se había convertido en un mar agitado, revuelto, lleno de espuma por la manera brusca en la que las olas reventaban contra la orilla.

Sus ojos brillaban.

Carraspeé y me incorporé mejor en el sillón, intentando mostrarme firme frente a este extraño chico, cuyo comportamiento era desconocido para mí.

-Escucha, Louis.- Comenzé. -Estás aquí por algo. No se por qué, pero es imposible que te hayan enviado a Insane and Madness sin razón alguna.

-Pues aquí me tienes como prueba de que sí es posible.

-Deja de contradecirme.

-Deja de intentar entablar una conversación conmigo.

Rodé los ojos. Esto sique iba a ser difícil. El chico sonreía burlonamente, y yo odio que se burlen de mí. Y lo peor, es que su sonrisa era fría. Asustaba.

-Dame eso.- Me puse de pié y le quité las galletas que le había pasado hace un rato. Él me miró indignado, cosa que me causó satisfacción esta vez a mí. Las guardé donde estaban y volví al sillón.

-Igual sé donde las guardas.

-Cambiaré el lugar en la tarde.

-Las encontraré.

-Me vale mierda.

-No deberías decir palabras feas.

-Tú me irritas y me haces decirlas.

-Yo no te hago decirlas. La verdad es que es tu propio cerebro quien las dice y tu propia boca la que las pronuncia.- Rodé los ojos. ¿Desde cuando era tan inteligente? Carraspeé y tomé mi libreta y mi lapiz, para luego apoyarlas en mi regazo. Después tomé la carpeta con su información y comenzé a hojearla. Eran tantas hojas, que no había alcanzado a leerla hasta el final. Esta era sin duda la carpeta mas larga que me había tocado.

-Louis.- Dije luego de un largo momento de silencio. Él me miró a los ojos. -Voy a hacerte unas preguntas simples, y necesito que las respondas.

-No lo haré.

Therapy (Louis y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora