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Más allá del tiempo, de los años, décadas y siglos, siempre serás mi mejor amigo, no importa que mi cuerpo se derrumbe y los dioses dicten mi final, siempre serás mi mejor y único amigo...
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Gilgamesh (Caster).
Recostado en sus aposentos se encontraba observando el techo de su cama con total tranquilidad, su pierna derecha estaba cruzada sobre pierna izquierda, mientras con sus manos levantaba su cabeza con los codos hacia los lados por comodidad, se había quitado las almohadas tras sentir un molesto dolor en su nuca que incluso consiguió generarle malestar, este no provenía de ningún golpe, cosa que le resultaba extraña e intrigante, pero más que nada, interesante.
— ¿Estaré por morir?
Eso no tendría sentido, soy un alma, un fantasma no puede morir, creo...
Se decía a sí mismo con el ceño fruncido, la preocupación invadió su ser, pues, pese a no tener miedo a la muerte, no quería morir.
— Bueno, ya tuve en la vida y en la muerte todo lo que se podía tener, todos los tesoros habidos y por haber, las mujeres más bellas, incluso tuve relaciones sexuales con una diosa.
Agregaba con una pequeña sonrisa el rey, que se había retirado de la comida por ese dolor momentáneo que poco a poco se estaba convirtiendo en no más que una molesta picazón.
De pronto escuchó el sonido de un puño golpear la puerta de madera tranquilamente, acompañado de un "agradable"
"¿Estás vivo?"
— No, morí de nuevo.
Contestó con sarcasmo.
— Pasa, Enkidu.
Se sentó en la cama con total tranquilidad, en espera de que el ¿"homúnculo"? pase.
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Enkidu.
— ¿Cómo te sientes, Gil?
El peli verde hizo esta pregunta luego de abrir la puerta y pasar, mirándolo con cierta preocupación, agarrándose las manos en su espalda por comodidad.
— Ishtar me mandó a preguntarte.
Agregó.
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Gilgamesh (Caster).
Levantó una ceja curioso, o mejor dicho, confuso.
— ¿Por qué te mandó a ti y en su lugar no vino ella?
Cuestionó, girándose en la cama y parándose con cierto grado de dificultad, sosteniéndose de una madera de la cama. Al notar su dificultad para caminar, levantó su mano libre, abriendo un portal espacio-temporal y sacando de este un bastón de madera, caminando algo encorvado hacia Enkidu.
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Enkidu.
— ¿No prefieres quedarte en cama? No luces muy bien.
Se paró delante de Gilgamesh para evitarle el paso, notaba como le temblaban las piernas, algo que nunca antes había visto en él.
— Y me mandó a mí ya que tenía hambre y creía que era demasiada atención venir a verte.
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Gilgamesh (Caster).
— Estoy bien, Enkidu.
Mejor que nunca, me siento como en mis últimos días antes de morir de vejez.
Sonrió divertidamente luego de aquel comentario sarcástico, observándolo con total calma, ya no sentía malestar, simplemente le costaba usar sus extremidades.
¿Se estaría quedando paralítico?
Lo desconocía, pero no le iba a dar tanta importancia a algo así, sin más, pasó por el lado de Enkidu, rechazaba su preocupación, la confundía con pena, resultándole incómodo.
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Enkidu.
— Está bien, si tú lo dices no me queda otra cosa que creerte.
Cerró los ojos con una leve sonrisa y bajó el mentón, confiando en su palabra por más que no sea verdad, tras esto empezó a seguirlo, pasando por la puerta detrás suyo y cerrando la puerta de la alcoba.
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