Los sentimientos de un espía [ONE-SHOT]

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Una tarde, en casa de los Forger, Anya veía televisión y Loid estaba sentado hojeando un libro. Fingía leerlo mientras miraba de reojo a su esposa, quien acababa de llegar del trabajo.

Yor saludó a su familia y continuó el camino hasta la puerta de su cuarto. Cuando pasó junto a Loid, él sonrió por inercia. Cada vez que veía a su esposa, él inmediatamente se sentía de mejor humor.

La mujer salió de su habitación después de haberse cambiado y se sentó en el sillón, justo al otro extremo de donde estaba su marido.

En cuanto ella se acercó, el ambiente se sintió diferente, como si el aire se hubiera vuelto más espeso, pero Loid lucía imperturbable y seguía fingiendo que leía ese libro que traía entre las manos; por su parte, Yor evitaba darle la cara a su esposo para que no descubriera que se había sonrojado tan solo por sentarse en el mismo sillón.

Últimamente, el corazón de Loid no dejaba de sufrir taquicardias. Cada pequeña interacción con su esposa lo dejaba incluso con la respiración entrecortada.

Tantos años como espía lo habían curtido en el arte de evitar cualquier tipo de conexión real con los demás. En W.I.S.E. se encargaban de dar un riguroso entrenamiento que dejaba a cada agente como seres capaces de mantener bajo total control a sus emociones (incluso en las peores situaciones); y él, el gran Twilight, había pasado ese entrenamiento con honores... Pero, detrás de esa gruesa capa del espía inalterable, de piedra, estoico; se encontraba un hombre de carne y hueso que ni siquiera alguien como él fue capaz de eliminar por completo.

Haber convivido tanto tiempo con su familia falsa terminó por afectarlo a un nivel profundo. Podría negarlo todo lo que quisiera, pero los sentimientos reales ya estaban ahí y no hacían más que crecer.

El espía llevaba días sin poder sacarse de la mente a su esposa. Él no quería terminar de aceptarlo, pero tampoco era tan idiota, así que compró un par de libros sobre el tema (y ahora se encontraba leyendo uno sobre la oxitocina [la hormona del amor] y la química del cerebro), después de todo, esto era algo nuevo para él, pues nunca tuvo una vida normal gracias a la guerra y su trabajo de espía. Quizá había estado con algunas mujeres antes, pero nunca había tenido todas esas sensaciones que estaba experimentando por primera vez.

«La información es un aliado muy valioso», pensó, mientras intentaba concentrarse en su libro sin éxito. Una parte de él quería intentar decirle algo a Yor, platicar con ella o tan solo mirarla, pero no se atrevía. Él todavía tenía miedo de encariñarse demasiado, y era un miedo que no se iría tan fácil.

Por su parte, Yor miraba hacia otro lado de la habitación, perdida en una fantasía donde el hombre sentado a su lado de pronto se acercaba a ella y la rodeaba con sus fuertes brazos.

—Yor... —susurraba el Loid imaginario en la oreja de su esposa, con una voz como si acabara de despertar.

Anya giró su cabeza para mirar a sus padres, confundida por los pensamientos tan raros que tenían ambos, y se encontró con una escena casi cómica.

Cada uno estaba en un extremo del sillón, librando sus propias batallas mentales. Yor estaba mordiéndose los labios y tan roja como un tomate, mientras que Loid se veía sonrojado y enojado a la vez, como luchando contra sí mismo, pero sin dejar de fingir que estaba leyendo.

La niña se acercó a sus padres. Había tenido ya muchas pláticas con Becky sobre romances y esas cosas, así que ya se sentía que lo sabía todo, por lo que decidió que la pareja necesitaba un empujón, y ella estaba lista para ayudar.

—¿Se van a besar ahora? —preguntó sin rodeos.

Ambos padres miraron a su hija a la vez, y luego se miraron el uno al otro, sin saber qué responder.

Historias cortas TwiYor | Spy x FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora