9. "Espero que te comportes."

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El palacio real era conocido por sus altas torres.

Podías verlo a millas de distancia, la realeza se había asegurado de mantenerlo intacto a lo largo del tiempo. Sus paredes conservaban ese estilo tosco y poco cuidado de hace décadas, ladrillos y rocas amontonados en algunas partes. Visualmente no era moderno, ni había sido embellecido para verse mejor, simplemente lucía imponente, antiguo y oscuro. Y tenía sentido, este lugar cargaba con la historia de un reino caído y batallas a muerte.

El camino que llevaba a la entrada era amplio, rodeado de árboles de flores rojas, que habían sido sembrados hace más de cien años por el primer rey vampiro. Estos eran únicos, habían intentado sembrarlos en otra parte y nunca florecieron, era como si el poder del primer rey aún estuviera presente. El rey humano los dejó como un recordatorio de la sangre derramada en la guerra.

Cabalgábamos nuestros Visens mientras cruzábamos el camino, el carmesí de las flores resplandecía en la oscuridad. Me les quedé viendo, la brisa nocturna rozando sus hojas y por un segundo recordé esa sonrisa diabólica que había visto en las sombras el otro día. ¿De verdad lo había imaginado?

—¿Estás lista? —preguntó mi madre, al desmotar su Visen y caminar hacia el guardia que cuidaba el gran portón hecho de rejas y una sustancia acuosa que funcionaba como escudo.

El guardia revisó a Haeran, su collar y mi brazalete, para asegurarse que fuera un vampiro completamente controlado.

Entramos al palacio y la cantidad de guardias reales me sorprendió. Había uno cada en cada esquina y en cada de entrada a las diferentes habitaciones. Las increíbles escaleras en medio eran majestuosas, y el candelabro, aunque antiguo, brillaba en el medio y le daba un toque hermoso al salón. Los pisos blancos y pálidos estaban tan limpios que podía ver mi reflejo en ellos. A pesar de haber estado aquí tantas veces aun me asombraba.

—Bienvenidos al palacio real —anuncia un guardia, su uniforme impecable—. Sigan al comedor, su majestad bajará en unos minutos.

El comedor seguía igual que siempre, con su larga mesa con espacio suficiente para un banquete. Y con los materos de flores moradas en las esquinas, tampoco podía faltar el candelabro en el medio, este era mucho mas moderno que el anterior. Fuimos guiados a nuestros asientos en el medio, Jarlen a mi lado, mamá y papá al otro de la mesa frente a nosotros. Haeran debía quedarse de pie detrás de mis padres, y odiaba esta posición porque podíamos vernos a los ojos muy fácilmente y la ultima cosa que me había dicho Haeran aun resonaba en mi cabeza.

—Espero que te comportes —masculló Jarlen entre dientes. Ni siquiera lo miré.

—¡Arlene! —El chillido de Jana nos alertó de la presencia de la familia real así que todos nos levantábamos para hacer una pequeña referencia. Jana me abrazó y sonreí.

El rey dio un paso en el salón con una gran sonrisa. Jeremiah Erastia era conocido como el rey encantador, tenía una facilidad para hablar y atraer a las personas a su alrededor. También era un gran amigo de mi padre quien lo recibió con un abrazo. La reina venía detrás de él con esa sonrisa amable que siempre portaba.

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