11. "¿Qué esperas para darme tu sangre?"

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ONCE

ARLENE

«Me duele todo.»

Esto estaba lejos de ser una resaca, era el peor de los malestares, estaba al borde del colapso. No podía moverme, ni siquiera abrir los ojos sin que me palpitara la cabeza de una forma dolorosa e incesante.

Ellary me dio tres bebidas diferentes que preparó con la intención de revivirme, sin éxito alguno. Las vomité todas, la última me dejó un sabor amargo en la boca que no me había podido quitar con nada.

—Me voy a morir —susurré, cubriéndome los ojos con el antebrazo. Yacía en la cama como una muñeca de trapo deshidratada y sin energía para vivir.

—No lo entiendo —decía Ellary, sus pasos sonando por toda mi habitación, estaba caminando de un lado al otro—. Bebimos lo mismo y yo estoy bien.

Me quité el brazo de la cara. Quería contarle la verdad, sin embargo, no podía ponerla en peligro. Cada secreto que compartía con ella, la ponía en riesgo de ser interrogada si algo de lo que había pasado salía a la luz. Además, estaba segura de que mis padres la culparían a ella por ir conmigo a la taberna.

—Estaré bien, Ella.

—¿Bien? Mírate, Arlene. Estás pálida, no puedes tomar nada ni comer. Han pasado horas.

Rodeé los ojos y me dolió aún más la cabeza. Hice una mueca, sobándome la frente.

—Tiene que pasar, ¿no? Si fuera algún veneno, ya me habría muerto, así que relájate.

Ellary se cruzó de brazos y se plantó en el medio de mi habitación.

—Lo voy a dejar entrar.

Sabía que se refería a Haeran, a quien había mantenido afuera de mi habitación desde que desperté esta mañana, envuelta en sus brazos. Lo corrí, completamente avergonzada.

—Ella.

—Él puede hacer algo, ¿no? Ayudo a Jarlen la otra noche.

—Porque mi hermano estaba al borde de la muerte, Ella. Yo estaré bien.

—Arlene, cada vez estás peor.

Suspiré e intenté ponerme de pie. No pude y caí sentada en la cama. Ellary me miró con dureza y se fue a la puerta.

—¡Ellary, no!

Ella le abrió y Haeran se deslizó dentro como una sombra silenciosa e imponente. Se había cambiado, ahora llevaba uniforme y su cabello lucía húmedo así que se había refrescado mientras yo permanecía asquerosa, olorosa a vomito y a malestar. Genial, gracias, Ella.

—No puede comer ni beber nada, a este punto, me preocupa que se descompense y se desmaye.

Haeran la miró y asintió a modo de entendimiento y mi gran mejor amiga se dio la vuelta y se fue.

«Excelente apoyo, Ella, déjame en este estado precario oliendo fatal con el vampiro más guapo que conozco. Con amigas como tú, no necesito nada más.»

Haeran dio un paso hacia mí y levanté la mano, deteniéndolo.

—Quédate ahí.

Él hizo una mueca con sus labios, pero obedeció.

—Su sangre te contaminó —explicó—. Succioné la mayoría, pero la que ya se había procesado en tu sistema sigue ahí, eso es lo que te tiene tan enferma.

—Eso fue lo que le dije a Ellary, solo debo esperar que pase, no te necesito aquí, puedes esperar afuera.

Él se quedó justo ahí, viéndome con esos ojos oscuros.

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