2."Only Love Can Hurt Like This"

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El tiempo empezó a consumirse,porque es eso lo que hace dicho,volar.
La telaraña de confianza que comenzamos a tejer inició a rodearnos,envolvernos...y aislarnos del resto de compañeros del aula.Y eso nos ayudó a crear nuestro propio mundo de ideas,mentalidades...
Las clases avanzaban,el curso seguía y nuestra relación lo hizo consigo

Aún varios alumnos intentaban acercarse a mí,mas yo ya tenía idealizado a Hans,Hans y sus palabras,Hans y las colecciones de monedas que traía,Hans y sus sonrisas,Hans y su mirada,Hans,Hans,Hans...
Me seguí importando un bledo que él fuese judío y que mi familia perteneciese al partido nazi...Él era diferente a esos malditos de lo que mi sociedad hablaba.

Hans me hacía sentir especial,y ese sentimiento fue en aumento el día que me invitó a pasar a su casa.Que alguien alguna vez te deje entrar a su hogar es como darte rienda suelta a su mente.Ya que el desorden u orden de dicha morada habla demasiado de uno.
Así que por esa misma razón la alegría me embargó,pero...También esta se disipó paulatinamente cuando me dí cuenta de que significaba eso...Acceder a que el conozca cada mota de polvo que escondo bajo la alfombra de dudas,conocida para muchos como domicilio.
Desde un principio me negué internamente a que pise mi casa y más aún si en ella estaban mis padres.No quería vivir en mis carnes propias la pelea campal que se formaría.

Respiré hondo intentando ocultar la lucha interna en la que mis dos mentalidades estaban,para centrarme en la puerta de roble que frente a nosotros se alzaba.

En ese momento me dediqué a estudiarla aún más de cerca que de costumbre,fijándome en las vetas de la madera que de forma horizontal iban.

Por fin sabría cual era toda la historia que abarcaba su interior.

Mis palmas me cosquilleaban.

¿Era mi parecer o Hans estaba tardando demasiado en abrir?

-Hans,¿qué pasa?-Fruncí el ceño.

-Sé que...-carraspeó-perteneces a la aristocracia,es más eres un von,también sé que nunca me juzgarías por ser inferior a ti,pero...

-Hans,querido...-en el reflejo de su mirada ví como la mía brillaba con solo fijarme en él,nunca podría juzgarlo-si quieres podemos venir otro día...

Inhaló lentamente y soltó el aire aún más despacio mientras metía la llave y la giraba.

-Bienvenido seas.-Abrió la puerta de par en par solamente para mí.

Dí un paso hacia delante y el olor a lavanda y la sensación de calor me envolvieron.
Ese mísero golpe se sintió como el mayor abrazo nunca dado.
Antes de subir a su cuarto me otorgó la posibilidad de andar por aquella pequeña pero acogedora casa comparada con la mía.

El salón tenía solamente un sofá y un sillón envueltos en sábanas antiguas,frente a estos una mesita para el té contenía lo que hacía que la casa tuviese ese olor tan particular,palos de incienso a medio gastar.

Dejó la mochila sobre una de las cuatro sillas del comedor,y se llevó las manos a los bolsillos mientras yo me acercaba a las ventanas que estaban cerradas,y con las cortinas grises con transparencias de dibujos de plantas echadas.

La calle estaba vacía,no había ni un alma vagando por ahí.La casa que aquella tarde se quemó aún seguía con una cinta amarilla por todo su perímetro.

-¿Vamos a tu cuarto?-Él asintió.

-Por aquí.

Subimos por unas escaleras que por cada dos vigas una tabla crujía,me atreví a tocar la barandilla que tenía una pinta de ser áspera, pero me llevé una sorpresa al ver lo suave y bien cuidada que estaba la madera.

KonradinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora