Cinco años de pasiones

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¡TIERRA CALIENTE! pero ¿dónde queda Tierra Caliente?

Esa era la pregunta que Gabriel Santos le hacía a su madre Martha, una religiosa mujer, que sembró en su hijo la semilla de la vocación cristiana.

Gabriel es un joven aspirante a sacerdote, quien tras concluir su preparación en el seminario, debía pasar un año entre los hombres para comprobar si su fe es auténtica.

En vez de vivir como un joven normal, Gabriel le pidió a su madre buscar un lugar donde pudiera reafirmar su fe.

M: pues... yo tampoco sé dónde queda Tierra Caliente... pero el padre Cuco me dijo que el sacerdote de ese pueblo es muy viejo y necesita ayuda... él cree que es el lugar ideal para un muchacho como tú, al que le falta muy poco para profesar...

Con dudas el joven castaño comentó: no lo sé, me da cierto temor mudarme a un lugar desconocido... toda mi vida la he pasado entre el seminario y esta casa... quizás el padre Cuco podría conseguirme alojamiento en una parroquia más cercana...

M: entonces volveré a hablar con él... la verdad a mí tampoco me gusta la idea de que te vayas tan lejos...

Esa noche, Gabriel oró como todos los días antes de dormirse pidiendo al Dios en quien tanto confiaba que guiara sus pasos.

Al día siguiente en el desayuno, Martha le comentó a su hijo: en un rato más voy a la iglesia del padre Cuco, le comentaré lo que platicamos ayer y le diré si puede buscarte lugar en una parroquia cercana...

Gabriel contestó con las palabras que sellarían su destino: mejor no lo hagas mamá... si vas a la iglesia, dile al padre Cuco que acepto su propuesta... voy a mudarme a ese pueblo llamado Tierra Caliente...

M: ¿estás seguro, hijo?

G: completamente mamá... estuve pensándolo y si voy a profesar como sacerdote, debo ser humilde y obediente... si en la iglesia de Tierra Caliente necesitan a alguien como yo, ahí debo de estar, mi misión como servidor de Dios es ir a donde me necesitan, no donde a mí me conviene...

La mujer acarició la mejilla de su hijo diciéndole: me da tanto gusto que pienses así... estoy segura que llegarás a ser un gran sacerdote...

Sonriendo, Gabriel respondió: eso espero mamá... así que voy a preparar todo para irme a Tierra Caliente cuanto antes... allá viviré un año, espero que me vaya muy bien...

M: no te preocupes hijo, Dios está contigo y solo estarás en ese pueblo por un año... un año pasa muy rápido... ¿qué podría pasarte en un año?

CINCO AÑOS DESPUÉS EN TIERRA CALIENTE

En la Hacienda Montenegro, Gabriel se encontraba sentado en uno de los sillones de la casa amamantando a su tercer hijo, Emmanuel, de un año recién cumplido.

Mientras daba de comer a su bebé, el castaño observaba a sus dos hijos correr y jugar por toda la casa... eran Ángel y Rafael de cuatro y tres años, respectivamente.

Juan, su mejor amigo y ahora familia, llegó a visitarlo con el estómago inflamado por estar en espera de su segundo hijo.

J: ¿sabes de qué me estaba acordando anoche?

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