9.- Pureza robada

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En una cabaña perdida a las afueras de Tierra Caliente

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En una cabaña perdida a las afueras de Tierra Caliente... Damián tomó suavemente el mentón de Gabriel y mirándolo a los ojos le preguntó: ¿de verdad estabas preocupado por mí? ¿de verdad te dolería si me hubiera pasado algo?

Gabriel no contestaba, se sentía como un conejo hipnotizado por una serpiente.

Damián acercó aún más su rostro al joven con la intención de besarlo.

Gabriel reaccionó y rápidamente se alejó de él y con voz temblorosa contestó: por supuesto que me preocupé, como me hubiera preocupado por cualquier otra persona...

Damián sonrió levemente y dijo: ah ya veo, por un momento pensé que quizás yo no te era tan desagradable, pero si te preocupaste fue sólo porque soy un ser humano y tú eres tan religioso...

G: te equivocas, la religión no tiene nada que ver, es sólo que... bueno qué estamos esperando, debemos irnos...

D: ¿estás loco? está lloviendo muy fuerte y ya es de madrugada... además si la camioneta se averió tendremos que pedir ayuda a alguien en la carretera y no creo que a esta hora puedan ayudarnos...

G: pero entonces ¿vamos a quedarnos aquí sin hacer nada?

D: pues sí, nos quedaremos hasta que amanezca, pero eso de no hacer nada no sé...

El rubio se acercó con mirada pícara y agregó: si tú quieres podemos hacer algo para entretenernos...

El sacristán entendió la indirecta e ignorando el comentario dijo: pues a mí me espera un largo viaje así que aprovecharé para dormir...

Gabriel se sentó en una de las dos sillas, recostó su cabeza en el respaldo y cerró sus ojos...

Damián sonrió nuevamente y dijo: muy bien "bello durmiente", tú descansa, yo me quedaré velando tu sueño...

El sacristán abrió lo ojos y dijo: tú también deberías descansar...

D: yo ya dormí suficiente...

G: como quieras...

Y el joven cerró sus ojos intentando conciliar el sueño aunque se sentía intranquilo... no percibía a Damián como una amenaza, pero había algo en él que lo ponía intranquilo... el silencio de esa cabaña sólo era interrumpido por la lluvia que no cesaba.

 el silencio de esa cabaña sólo era interrumpido por la lluvia que no cesaba

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