"Duende"

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Me senté junto a William. No sabía por donde empezar. Supongo que lo imaginó porque el mismo empezó la conversación.
"Me pregunto porque tú querrías hacer esto conmigo."

"¿Algún problema?"

"Obviamente."

No tenia una frase preparada para esa respuesta.
"Eh, pero...¿Porque?"

"Mira, no crees que es algo ¿Sospechoso?" Me miró como un asesino.

"Claro que no."

"No te hagas el amigo de toda la vida. Es de las primeras veces que te diriges hacia mi como una persona existente en este planeta, aunque hayas sido mi compañero de salón desde hace más de diez años. No me culpes por sugerir que me estas utilizando."

"Yo no utilizo a nadie."

"Si tú lo dices...voy a decir que te creo. Por cierto, ya que estamos con los interrogatorios ¿Cuando es tu cumpleaños?"
Me tomo por sorpresa la pregunta. Luego recordé que tenía sentido, ya que yo había preguntado (más bien burlado) de su fecha de cumpleaños anteriormente.
"Siete de enero." La mejor fecha.

"Te ríes y mucho mayor no eres." Bromeó. Este chico estaba jugando bastante conmigo.

"Seis meses me es suficiente para decirlo. Y ni hablemos de tu cabezota que con suerte llega a la altura de mis hombros."

"Eso no es verdad." Rodó los ojos con fastidio.

"A si? Comprobémoslo." Me paré para que él haga lo mismo.
Cuando lo hizo quedó exactamente a la altura que había dicho, aunque aún no conociéndolo casi de nada, sabía que seguiría negándolo.

"Estas en puntas de pie, torre." Me había inventado un apodo ¿O que?

"Ya deja de negar lo inevitable, duende. Apropósito, ¿Cómo está el clima allá abajo? Me han dicho que hoy estaba más cálido de lo normal."

"¿Realmente quieres saberlo?"
Me reí de su comentario hasta que me tomo de la camiseta tirándome hacia abajo.
"Y? Que te parece? ¿Más cálido?"

"Si, definitivamente." Me reí de él mientras me hacía una mueca de disgusto.

De pronto la profesora saltó con que ya terminaba la hora. Esta señora alteraba el tiempo y espacio. No tengo pruebas ni dudas. Cuando la clase se ponía interesante, la hora terminaba más rápido de lo normal.
Mierda.
"No hicimos absolutamente nada." Empecé a angustiarme, tenía que mantener mis notas casi perfectas.
Aún teniendo prioridades temporales, como ganar la apuesta, nunca olvido la prioridad número uno e inigualable: Tener el mejor promedio de la clase.

"No es para tanto." Añadió el castaño mientras cerraba las carpetas.

"Para mi si lo es, idiota." Estaba claro que él no sabía lo que era sacarse buenas calificaciones.

"Ey, calmado, hoy por la tarde lo haremos, no te alteres."

"No. Tengo voleibol."

"Entonces te jodes."

Resoplé. Mierda.
"Ven a verme, comienza a las nueve." Sonó raro.

"En mi casa cenan a esa hora." Dijo el muy quejoso.

"Ven a la mía entonces." Sugerí.
Que estaba haciendo. Mala idea. Muy mala y extraña.

"¿E-e cómo...cenar?" Frunció el ceño.

"Si, así em...terminamos el trabajo."

"Bueno, claro, ¿porque no?"

El chico de ojos café-(lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora