1/4; Madrugada

15 3 0
                                    

Joe y Ben andaban por las oscuras y vacías calles, ambos no se atrevían a pronunciar ni una palabra. La única luz que iluminaba su sendero era la de las resplandecientes farolas, de las cuales solo algunas brillaban con normalidad; el resto, parpadeaba levemente.

El rubio volvió su vista hacia el rostro del otro. Fijó sus ojos en el perfil del ojimarrón. Parecía cansado. Miraba al suelo, y sus ojos estaban entreabiertos.

Tras unos segundos mirándolo mientras caminaban, se atrevió a hablar.

—¿Que canción quieres bailar cuando nos casemos? —preguntó, a lo que el otro soltó una sonrisa agraciada, y giraba su vista hacia él.

—¿Te gusta Prince? —rio el ojimarrón.

—Debí imaginarlo. —soltó una sonrisa el contrario.

Al instante, el ojiverde lo detuvo. Se plantó enfrente suya, y lo acercó.

Llevó una mano a su espalda, luego, con su otra disponible, entrelazó sus dedos con los del pelirrojo, quedando en posición de vals. Se quedaron en silencio, sonriéndose el uno al otro.

—¿Me concedería este baile?—habló el rubio, cortando el silencio.

Joe rio, aunque con poca viveza. Torció su cabeza hacia la izquierda, dejando mostrar sus blancos colmillos.

—Sería un placer.

Rieron al unísono.

Los dos implicados comenzaron a hacer confusos movimientos, pues no sabían demasiado bien cómo danzar. No se cortaron, pues las calles de Hirsh estaban inhóspitamente vacías a esas horas. Se mantuvieron de esa manera, hasta que el rubio empezó a tararear.

I only wanted to see you—comenzó a cantar mientras reía, sacando una sonrisa al contrario—, laughing in the purple rain.

Purple rain, purple rain—cantó también el otro, riendo como si no hubiera un mañana.

Pasaron unos largos minutos cantando, riendo y danzando esa canción como si de una celebración se tratara, como si estuvieran dentro de un cuento de hadas.

Después de aquel tiempo, naturalmente dejaron de cantar. Entonces, de nuevo, el silencio de la calle se fundió con el suyo propio. Finalmente se contemplaban, sólamente se contemplaban. O, tal vez sólo esperaban a que uno de los dos dijera algo.

Bien, el ojiverde fue el que abrió la boca.

—Seré el mejor esposo, lo prometo
. —prometió, mientras sonreía gentilmente.

—Yo también lo seré. —consagró.

El rubio tomó de la mano al contrario, y los dos retomaron su camino, siguiendo la luz de las farolas.

Mientras caminaban por encima de las baldosas grises, charlaban e imaginaban cómo iba a ser su futuro lúcido, del que los dos serían protagonistas.

En su boda sonarían hits del momento, mientras que los cientos de invitados beberían y celebrarían. Al final de la noche, para cerrar el acontecimiento, sonaría Purple Rain, y bailarían tal cual lo hicieron momentos antes.

En su luna de miel irían a Ámsterdam ; ya allí adoptarían una mascota, e irían pensando en adoptar niños.

De vuelta a su ciudad natal, se alojarían en una bonita casa de un barrio de rebajas. Justo entonces, adoptarían a su primer hijo. Los demás acontecimientos, se decidirían sobre la marcha.

𝐁𝐞𝐡𝐚𝐯𝐢𝐨𝐫 - HardzzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora