Jimin era un Omega con un lazo casi roto y un prominente vientre de 6 meses con su pequeño cachorro, en un velorio.
Familiares, amigos, socios, vecinos y conocidos se encontraban en esa casa por no llamarla mansión, donde la tristeza y desolación s...
Sentía que todo le daba vueltas y que el olor de la cebolla en su ensalada lo hacía sentir nauseabundo, hasta que no aguanto más y salió corriendo al baño privado de su oficina a devolver lo poco o nada que tenía en el estómago.
- Jungkook.. estás bien? Te noto pálido - hablo Namjoon, que sin previo aviso había entrado a la oficina después de tocar tres veces y no ser atendido, para encontrarse al menor tirado en el mueble.
- No - Respondió serio - Llevo tres días sintiéndome del asco - respondió frustrado.
- Deberías ir a un hospital - El moreno sonrió comprensivo viendo cómo el pelinegro se levantó alterado del sofá dónde se encontraba recostado - Tal vez no sea nada del otro mundo -
- Oh mierda no, odio los hospitales - Suspiró - Puede que después me sienta mejor, debo sentirme mejor en dos semanas tengo mi aniversario con Minnie -
- Bueno, hombre. Confiemos que así será -
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Y por supuesto que así no fue; durante el resto de la semana y unos pocos días más de la semana entrante Jungkook se sintió horrible con sueño, fatiga, falta de apetito pero a la vez un hambre voraz y sinceramente no entendía qué pasaba.
- Amor, estás bien? - El pequeño Omega envuelto en su bata de seda entro al baño donde se encontraba su esposo en cuclillas frente al inodoro - Hace una semana no estás comiendo bien - dijo acariciando su espalda - tenemos que ir a ver un doctor - Jungkook levanto la cabeza horrorizada
- Pero - gimió
-Nada de peros no está en discusión - Dijo con cierta dureza que daba a entender que no había punto de discusión, definitivamente nadie quiere ver a el menor enojado - Voy a apartar la cita para dentro de dos días, si sigues así te obligaré a asistir -
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- Oh, cachorro.. estás perdido? - dijo acariciando su pelaje reconociendo en negro para el - Cachorro..? - de repente cuando esos ojos tan profundamente negro pero a la vez tan pequeños y brillantes se unieron a los suyos entendió a la perfección que ese cachorro no estaba perdido. Era suyo, ese era su hijo, nuevo integrante para su pequeña pero a la vez gran manada.
