Capítulo 6: Bienvenida a la High School

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Desperté la mañana siguiente con una sensación agridulce, ver a la que consideraba mi gemela marcharse en el reflejo de un espejo que me mostraba una realidad diferente a la mía me había dejado confundida y un poco abrumada. Camila no regresó esa noche y yo dormí sola por primera vez en muchos años, ella nunca se ausentaba por las noches pero esta vez no regresó.

Lo primero que hice en la mañana fue tomar un poco de ambrosía y guardarla en la bolsa que mi compañera de cuerpo ya había preparado, la escondí de forma que no tentara a los humanos, un solo bocado les provocaría unas alucinaciones tremendas, lo sé por que ya lo había probado, hace un par de años cuando bajé de visita, me reuní con un grupo de adolescentes, mis favoritos, y los instigué a que probaran un poco, fue una tarde muy loca.

Me vestí con una camisa que me llegaba a la cintura y tenía un escote pronunciado en los pechos y un jean muy ajustado, un cinturón que hacía juego y unos tacones de punta, me preparé para salir y subí al auto rumbo a la escuela, donde pasaría los próximos seis meses "estudiando" si no fuera por que Cam se me adelantó e hizo todo el trabajo. Así que mis planes serían los mismo de siempre, divertirme y causar un poco de daño.

Tomé las llaves del auto y salí de casa. Seguí la ruta que señalaba el dispositivo de ubicación y llegué rápidamente. En casa tomábamos clases fuera, no nos encerraban en edificios como si fuéramos prisioneros. Incluso los calabozos son mas grandes de que este lugar.

Mi primera impresión de las escuelas mortales es que son una pesadilla, ¿quién en su sano juicio vendría a este lugar por voluntad propia?. Todo es este lugar era horrible y aún no había puesto un pie dentro, veamos que nos espera.

Entré a las instalaciones y según Cam debía dirigirme a un lugar llamado Dirección. Miré a mi alrededor y no lo encontré, así que entré al baño en cuanto lo divisé.

Mi maquillaje estaba bien así que solo me retoqué el labial. Salí en cuanto sonó la campana que indicaba el inicio del día.

Cuando el pasillo se despejó y encontré la habitación que había estado oculta a plena vista entré con el mentón en alto y la sensación de superioridad que me apoderaba cada vez que debía trata con mortales.

- Debe ser la amuna nueva.

Dijo una señora de edad, ciertamente mayor pero aún así no alcanzaba mi edad. Tenía 18 claro, en edad de dioses, unos cientos de años en edad mortal.

Asentí.

- Sí, me transfirieron y cursaré último año aquí.

- Perfecto. Ten - me entregó una hoja con al parecer mi horario - ,vas un poco retrasada pero el profesor entenderá.

Me hizo un ademán con la mano señalando la puerta, así que quería echarme desde ya.

Salí de la sala para darme cuenta de que no sabía a dónde ir. Regresé pero fue en vano, la anciana ya había desaparecido.

Suspiré e intenté no perderme.

- ¿Estás perdida?

Lo que me faltaba.

Giré y me lo encontré a él, al idiota de la disco, la expresión de su rostro cambió de burlón a sorprendido cuando me reconoció, yo puse los ojos en blanco y seguí buscando el aura 201.

- ¿Pu... puedo ayudarte?

- No, gracias.

- Te ves algo perdida.

- ¿No todos lo estamos?

¿Cómo es posible que no pudiera encontrar un salón? No es como que este lugar fuera muy grande.

ESTÚPIDO CUPIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora