capítulo 2

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-¿Cariño?-.

-¡Acá ando!-.

Desde mi tocador, le grité a mi amado quien me buscaba desde el pasillo de la casa. Después de un duro día de trabajo, entro a la recámara y mis labios formaron una suave sonrisa tan pronto como lo vi. Se acercó y me dio un cálido beso en la mejilla haciéndome sonrojar.

-¿Cómo te fue?- Le pregunté.

-Estresante, pero podría haber sido peor- me dijo al acostarse en la cama.

Agarré mi loción y fui a acompañarlo poniéndome a un lado de el. Note como el cansancio se apoderaba de él, su cuerpo rogaba por un buen masaje en los hombros. Le dí entender que se sentara entre mis piernas, rápidamente se sentó y se posicionó así. Comenzó a desabrocharse la camisa y mis manos inmediatamente se abrieron paso para ayudarlo a quitársela. Su espalda y hombros desnudos estaban expuestos ante mi y mi corazón comenzó a latir mientras admiraba la vista.

Probablemente era el amor que le tenía o lo mucho que me encantaba su cuerpo. No importaba los años que habían pasado desde nuestra juventud, para mí, mi esposo me atraía igual desde el primer día y estaba convencida que yo a él. Mis dedos comenzaron a acariciar y frotar en movimientos circulares sobre sus hombros que conducían a su cuello. Podía sentir sus músculos contraerse bajo mi toque cuando lo acariciaba suavemente haciéndolo soltar suaves gruñidos.

-Cuéntame- le dije, -¿que tal tu día?-.

Recargó su cuello hacia atrás y apoyó la cabeza en mi hombro. Cerró los ojos con satisfacción y sentí como acariciaba suavemente mi muslo. Su otra mano se dirigió a mi cuello y acarició suavemente mi cabello. Sonreí, me incliné y lo abracé, mis brazos envolviendo su pecho y mi cabeza descansando sobre su hombro.

-Compuse cuatro canciones y grabé 2 Tuve una reunión de una hora con algunas personas importantes, pero lo que realmente me mató fue perderme la cena con ustedes-, me dijo. -¿Cómo estuvo la lasaña?-.

-Hice una nueva receta, pero realmente no es tan sorprendente. Te guardé un plato, en caso de que tuvieras curiosidad por probar-.

Me incliné y besé su mejilla, hundiendo mi rostro en su cuello. Podía oler su colonia fresca con una pequeña mezcla de sudor, pero aun así logró oler decentemente limpio.

-No quieres una ducha caliente?- Le pregunté.

Giró la cabeza para mirarme y me sonrió. Se volteó a su lado, agarró mi cintura y tiró de mí hacia la cama. Acurrucándose en mis brazos, enterró su rostro en mi cuello mientras presionaba mi cuerpo contra el suyo. Tenía claro lo que quería y eso era descansar, tenerme cerca de él y sentir mi calor. Mis manos se perdieron en su cabello, sintiendo su respiración contra mi cuello y simplemente disfrutando del silencio de la noche. Era una forma tan perfecta de mostrar amor. Nunca rompimos el viejo hábito cuando se trataba de compartir momentos íntimos. Después de muchos años de compartir una vida, nuestros cuerpos habían encajado perfectamente el uno con el otro.

-¿Mamá?-.

Una suave voz rompió nuestra concentración, la cual gire mi cabeza para ver el responsable.

Mi pequeño Jeremy, quien esperaba pacientemente una respuesta en la puerta en su pijama

-Dime cariño- le dije.

-Crees que papá me pueda ayudar con mi tarea?- Me dijo apenado.

Miré a mi marido, que bajo mi punto de vista ya se había quedado dormido.

-¿Hay alguna posibilidad de que te ayude en la mañana?- Le dije.

Jeremy encogió sus hombros y asintió. Note que realmente deseaba pasar tiempo con su padre, pero me tenía que compadecer mas de su papa. En otras ocasiones, se hubiera levantado al esquchar que su muchacho lo necesitaba y lo hubiera ayudado sin importar lo muerto que se sentía. Simplemente era de esos días donde solo quería llegar a dormir, descansar y perderse en un sueño.

-Te prometo que te ayudará temprano- le aseguré, -¿Que tal si mañana va a desperté y bajan los dos a desayunar en cuanto terminen con tu tarea?-.

Su rostro se iluminó de alegría y una vez más asintió. Se dispersó a su habitación y con eso me sentí en paz sabiendo que sus sentimientos no estaban heridos.

Mire la hora, ya pasaban de las 10:30pm. Me levanté cuidando que no lo despertara y caminó hacia las persianas. Eché un vistazo a través de mi ventana y vi lo tranquilo y silencioso que era el vecindario. Unos autos pasando, algunas personas paseando a sus perros y mis vecinos de enfrente sacando su basura.

¡La basura!

Fue ahí que me di cuenta que no había sacado mi basura. Me apresuré a salir de mi habitación y rápidamente me dirigí a mi cocina donde, efectivamente, el bote de basura estaba lleno. Contuve la respiración para que el asqueroso olor no me tocara la nariz. Amarre la bolsa, la saqué de su bote y me dirigí afuera. El sereno de la noche acarició mi piel al salir de mi casa, me apure en botar la basura y aprecie la luna llena sobre mi al caminar de regreso.

Estaba hermosa.

Entré a mi casa y le puse llave a la puerta. Asegure todas las puertas y ventanas antes de regresarme al cuarto. De repente sentí algo suave y esponjoso correr contra mis pies. Miré hacia abajo y fui recibida con dos ojos verdes y una nariz mojada.
Mi gato Yuki que ronroneó a mis pies, me incliné para acariciarlo. Arqueó la espalda ante mi toque, en señal de satisfacción.

-Ven, vamos a la cama- le dije al alzar lo y dirigirme hacia mi cama.

Eclesiastés 4:12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora