LIRIOS Y ROSAS, un amor entre espinaz

"Aromas separados"

Piensas firmemente el como dejar  de amarlo, pero simplemente no puedes hacerlo. Imposible, el amor que se tenían era la descripción perfecta de almas gemelas, sin embargo había un oposición para que estuvieran juntos.

Muchos jurarían que la historia de amor de ellos era como el de la luna y el sol, imposible de juntar.

La sociedad de los omegas aun es regida por los alfas y sociedad de la realeza. Cada categoría es clasificada desde la más baja asta la más alta que es la realeza.

Entonces por lo tanto era un amor imposible, imposible pero ellos  sentían eso de ser proclamados el uno por el otro. Siendo amantes de la oscuridad y amándose sin prejuicios.

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Su piel desnuda y pecadora era cubierta por las sábanas de seda tan finas y caras, sin embargo estás telas no cubrían su tristeza y vergüenza que se exponía a flor de piel.

— seguirás teniendo los mismos privilegios— asentuo con voz firme, mientras  abotonaba su camisa y seguido se ponía la gabardina de piel que le cubría gran parte del cuerpo.

Lo único que recibió fue una asentimiento de cabeza que se logró ver con la poca calidad de luz que la habitación proporcionaba.

— bueno, Hanagaki— tragó en seco y dejó salir la voz más tranquila y seca posible— adiós.

La puerta de la habitación se abrió dejando solo a aquel hombre, sintiendo como su omega rasgaba su interior y sentía como las heridas ardían.

Takemichi Hanagaki, un Omega de clase baja, tuvo la desdicha de encontrarse con alfa de sangre real y entregarse a el completamente, sin medir las consecuencias de ese imposible amor.

Cubrió las marcas de los besos y mordidas que había recibido por parte del alfa, su cuerpo estaba totalmente marcado por el. Sin excepción alguna.

Las lágrimas salían sin control por sud orbes azules que se marchitaban con prisa. Por más que busco una solución a esta amarga separación no encontró solución alguna. Era mejor rendirse y decirle a su omega que el no estaba, que se había ido y no volvería jamás.

Envolvió su cuerpo en su propio refugio y trato de consiliar el sueño pero las lágrimas no lo dejaban, el dolor se hacía más intenso que le dificultaba respirar. Su cuerpo aún tenía la esencia dentro de el y quería permanecer haci por más tiempo.

Y aquel sujeto pensando que con solo joyas y dinero podría remendar el daño causado en el. La respuesta era que no.

El solo se marchó y lo dejo en la habitación, esa noche fue la última en la que sus besos tocaron sus labios y su esencia se quedaba en el. Ahora desde entonces el estaría con otra persona, una de su clase.

Takemichi limpio sus lágrimas y se acurrucó en su nido y quedando se  dormido.
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Las ásperas gotas caían sobre el techo dejando un sonido irritante. Sus iris se cerraban por el fuerte estruendo de los rayos que caían cerca de la cabaña.

Takemichi era solo un niño de 12 años, prontamente cumpliría 13 y sus problemas comenzarían si su género resultaba ser Omega. Suspiro profundamente y se envolvió en las cobijas que su madre había tejido.

Los gritos eufóricos se escuchaban al fondo de la habitación de alado. Nuevamente sus padres discutían por problemas económicos, la venta de leña no proporcionaba mucho y su madre como lavandera de pueblo no ganaba lo suficiente para abastecer los gastos de ellos y sus dos hermanos.