Días lluviosos ⸙

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•⸙•

La lluvia nunca ha sido algo que pueda odiar, todo lo contrario. Adoro el clima que trae consigo, frío y templado, que me obliga a buscar una manta abrigadora solo para acurrucarme en el sofá y buscar un programa o una película para ver mientras tomo café y permanezco en la soledad de mi departamento hasta que el temporal pase. O así solía ser en mi vida de soltera.

Ahora, no podría pedir nada más y nada mejor que tener la compañía de un hombre tan dulce como la sangre de mi abuela con diabetes, a quien logro ver desde la cocina buscando alguna película de su gusto mientras yo preparo chocolate caliente y me entretengo moliendo la barra en leche caliente, pensando en lo mucho y poco que había cambiado mi vida desde que este hombre decidió poner un anillo en mi dedo anular un día como hoy, en medio del jardín central de la ciudad, bajo la lluvia y la atenta mirada de las personas que habían encontrado refugio en los locales cercanos y que luego gritaron con grandes felicitaciones cuando le dije que si.

Dígname ¿Cómo podría odiar los días lluviosos?

Y me sorprendo sonriéndole al chocolate mezclado con la leche tras aquel recuerdo, sintiendo una vez más la emoción de verlo llegar a nuestra primera cita cuando aquel hormigueo se instala en mi estómago. Aquel momento fue uno de los mejores de mi vida, donde supe que no necesitaría nada más para completar esa pequeña porción de vida que me faltaba dándome más amor del que podría darme yo misma, la compañía que a veces la soledad me hacía anhelar en mis peores días y aquella con la que quería compartir la dicha de los mejores. Alguien a quien esperar o que me esperara luego de un largo día de trabajo con un beso lleno de amor y un abrazo que recargue las energías...

Llegué a la conclusión de que ya lo tenía todo en la vida y que él solo venía a mejorarla mucho más de lo que hubiera pensado. Que sus sonrisas eran lo que deseaba ver al llegar a casa y cuando aquellos dientes no quisieran ver la luz del sol por un día nublado, sería yo quien se encargaría de devolverle las energías con un abrazo, un beso y alguna frase llena de amor que practicaría antes de su llegada esperando no tartamudear o equivocarme al susurrársela.

Había encontrado calidez en días fríos, varias formas de quitarme el calor aunque no fuera verano o inventar excusas para estar tan cerca de él compartiendo esa gran bufanda que mi abuela tejió y me regaló en preparatoria... Kirishima era el hombre perfecto a pesar de sus inseguridades. El sol de cada día a pesar de haber un cielo lleno de nubes grises.

No era esa pieza faltante en mi vida, sino la persona que me ayudaría a encontrarla.

Sus brazos me rodean por la cintura en un abrazo que no espero robándome una risa tímida mientras recarga su mentón en mi hombro derecho y me observa preparar el chocolate que seguro ya desea probar. Me regala un beso en mi hombro, recorriendo un camino que me causa cosquillas cuando pasa por mi cuello y se instala en mi mejilla, donde reparte tantos como puede aferrándose más a mí.

Oigo su risa y eso no es más que una melodía para mis oídos y deseo escucharla por el resto de la noche... de mis días a su lado. Tengo tantas ganas de abrazarle de vuelta, de besarlo y dejar que el chocolate se haga solo, pero es una responsabilidad que no puedo posponer al ser una fuente de calor que disfrutaremos al ver la película que ha elegido, además de ser mi bebida favorita también en estos días. Después de todo, al estar acurrucados y envueltos en un par de cobijas de lana, tendré el tiempo y espacio suficiente para besarle justo como lo ha hecho.

Cuando sabe que el chocolate está listo, busca dos taza en la alacena sujeta a la pared y las coloca sobre la encimera esperando a que sirva la bebida caliente mientras busca un paquete de galletas para acompañar el chocolate y no puedo evitar poner mi vista sobre su fisionomía, usando una sudadera roja que se amolda a su musculatura mientras la acompaña con un pantalón de pijama con estampados de engranes rojos sobre la tela negra, sin olvidar las pantuflas que se asemejan a las patas de un gran oso. Me causa ternura y me ruborizo al pensar en lo que ese hombre puede hacer cuando no viste aquello y me roba el sueño por algunas noches. Aun no logro encontrar la respuesta de cómo puede pasar de ser un chico tierno y lindo a un hombre duro que me hace tocar las estrellas.

Al darse cuenta que lo miro, me sonríe y pone al descubierto esos lindos dientes que en ocasiones dejan marcas en tantas partes de mi cuerpo... y no puedo evitar pensar que es posible tener cuatro novios en uno solo. Hoy su cabello permanece caído, dándole ese toque de chico bueno, me lo imagino en sus días de secundaria, sin ese color rojizo que también me gusta y no sé cuál de las dos versiones me encanta y prende más, lo confieso. Tiene tantos estilos.

Es ahí que decide dejar el paquete de galletas sobre la encimera y se acerca a mí con una mirada seductora, que no sé si debo interpretar como una invitación a posponer nuestro maratón de películas y pasar a la acción por el resto de la tarde y quizá la noche... tal vez se da cuenta del sonrojo que tengo, pues sabe el poder que tiene sobre mí para descolocar mis emociones y deseos más impuros cuando me mira de esa forma, pero vuelve a sonreír con inocencia. Sus manos se quedan sobre mis caderas al regalarme un beso antes de decir—: El sofá nos espera.

Donde luego de estremecerme y hacerme sonreír, asiento levemente y tomo ambas tazas para caminar a su lado hasta la sala para ponerlas en la pequeña mesa junto a las galletas. Kirishima es el primero en sentarse y me invita a estar cerca de él cuando palmea el asiento continuo y no dudo en hacerle caso luego de cubrirme del frío con una parte de la manta para envolverlo conmigo cuando me recuesto sobre su costado. Y me abraza. Siento su calidez por encima de todo y no puedo evitar emocionarme de nuevo.

Y me doy cuenta de que no puedo pedir más en la vida.

Que un simple chocolate, una película, un sofá y una manta son todo lo que necesito para ser feliz en un día lluvioso como este.

Donde a pesar del clima frío del exterior, aquí, en casa, tengo un inmenso sol que me da calor y amor.

Yo no podría amarlo más que a nada en este mundo.



MAY242022

Escenarios •Eijiro Kirishima•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora