CAPÍTULO 4: MEMORIAS BORROSAS

22 3 0
                                    

—Chico, esto se ve muy mal... —dijo algo nervioso—. Llamaré a tus padres, ¿cuál es el número de suite de hospedaje?

¿De qué me está hablando? Yo no recuerdo ningún número, de hecho... mis recuerdos son algo borrosos.

»Chico, el número.

¿Qué hice para llegar a ese estacionamiento?

»¿Lo recuerdas?

Estaba con mis padres, a través de una ventana veo muchos carteles luminosos de múltiples colores, cada vez nos acercábamos más y más a un lugar muy animado...

»¿Chico?

—¡Shhhhhhh! No me distraigas, trato de recordar.

Mi padre condujo hasta la entrada de un túnel, se detuvo frente a una señal y le enseñó su celular a un sujeto de uniforme rojo, después de unos minutos nos dejó seguir, estacionamos y tomamos el elevador. Recordé como llegué allí.

»¡Lo recordé!

—¡Bien! Dame el número.

—¿Qué número?

—¡El de suite de hospedaje! Acabas de gritar que lo recordaste.

—¿Huh? No tengo ni idea de a qué número te refieres.

—Ok, no importa, tengo otra solución, aunque tardará más.

Espera, algo no cuadra, mis padres no estaban conmigo cuando desperté en el elevador...

»Dime los nombres de tus padres.

Entonces, lo que recordé debió ser en otro momento.

»Oye...

Quiero recordar más, pero desde que entré al elevador con mis padres todo comienza a tornarse difuso. Esto me es familiar...

»Chico, deja los juegos y responde.

Pérdida de memoria repentina, padres ausentes y un punto de inflexión fantástico...

—No puede ser ¡Tengo complejo de protagonista!

—¡¿Q-Qué?!

¡Tal vez mi vida se transforme como la de un protagonista de manga shounen! Solo espero que no se vuelva seinen y que en realidad tenga esquizofrenia...

»Chico, si no me respondes tendré que llamar a mi jefe.

—Si-si-si, ya te lo digo. El nombre de mi padre es Aitor Tilla...

—¡Espera! ¡¿Eres hijo del famoso director mexicano Aitor Tilla?!

—Aja.

—Soy un gran fan de él. Qué extraño que no fui informado que se está hospedando aquí... —susurró—. ¿Podrías conseguirme su autógrafo?

—¿No se supone que me estás tratando de ayudar?

—¡Cierto!

Vaya... lo olvidó por completo. ¿Huh? No me había dado cuenta de que mi nariz ya no sangra, de hecho dejó de doler desde hace un rato. ¿Qué significa esto?

—Psss... hey... psss...

¿Eh? ¿Acaso esos susurros para nada disimulados serán de Apis? Pero al parecer el hombre de uniforme rojo no los escuchaba.

—Malino, ¿Qué haces aquí?

Aún me parece bizarro como lentamente aparecen atravesando las cosas...

—Se supone que me están... ¿ayudando?

—Oye chico, ¿con quién hablas? —interrumpió el hombre de uniforme.

—¿No puedes verlos?

—¿Ver a quienes?

— ¿A los fantasmas que hablan conmigo?

—Esto es grave, estas alucinando por la pérdida de sangre, espérame un minuto, iré rápido por ayuda.

Ahora si se digna a ser de utilidad... esto confirma que solo yo puedo verlos... en serio espero no tener esquizofrenia.

Hotel de fantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora