Viento

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No recuerdo haber sido feliz nunca, de hecho, he luchado incontables veces para olvidar mi pasado fallando estrepitosamente una y otra vez, siempre el mismo resultado, tenía terrores nocturnos sobre lo ocurrido en mi vida. Yo habitaba un pueblo en el campo, se cultivaba trigo junto con otros cereales, era un lugar plácido en el que vivía gente honrada aunque como en todas partes, siempre tenía que haber alguna oveja negra, desgraciadamente esto ocurría en mi entorno, mi familia estaba compuesta por un padre, una madre y 7 hijos, entre los cuales yo era el mayor, por esa misma razón me propuse desde que era niño proteger a mi familia, todo hubiera sido perfecto de no ser porque ese fue otro objetivo que no conseguí cumplir. Primeramente lo que ocurría en mi hogar no era normal, o así lo vi más tarde, mi padre, si es que es moralmente puede ser llamado así, abusaba de todos nosotros, obviamente cada vez que podía me encargaba de evitarlo, si por algún casual se atrevía a hacer algún amago de golpear a mis hermanos o a mi madre estando yo presente me interponía, recibiendo sus golpes para que ellos no tuvieran que hacerlo. Así como bien dice la gente que el karma existe, el día en que alguien apuñaló a mi padre de muerte me lo creí por completo, pensando que era aquella justicia divina de la que tanto solían hablar. Iluso de mí al pensar eso, al parecer en mi vida las cosas no podían ser así de simples ni fáciles.

Pues una noche, ya era tarde, estaba preocupado ya que mi madre no había vuelto a casa a la hora que acostumbraba y ella era una persona responsable a la que dejarnos mucho tiempo solos le creaba ansiedad por los antecedentes que sufrimos, así que dispuesto, decidí encaminarme a buscarla, comprobé antes que todos estuvieran metidos en el hogar para salir tranquilo después de haber comprobado que estaban bien, avisé de mi marcha por si ocurría algún problema que supieran que yo no iba a estar durante un período incierto de tiempo. Al poco de irme, noté el ambiente extraño, todo estaba en completo silencio, el aire corría más fresco que otras noches, el ambiente estaba tenso. Fue entonces cuando escuché unos ruidos extraños provenientes de un callejón, fui por mi intranquilidad y curiosidad, sin embargo mis ojos no estaban preparados para lo que presenciaron, mi madre estaba devorando el cuerpo sin vida de un aldeano, se ve que notó mi presencia ya que se abalanzó sobre mí intentando atacarme, me hizo varios arañazos para después irse corriendo a una velocidad alarmante, cuando pude salir del trance me dirigí lo más rápido que pude a mi casa.

Asfixiado por la carrera que había hecho, llegué finalmente, tal fue mi desesperación al ver cuerpos inertes en el suelo, se disponía a matar a mi hermano Genya pero me pude interponer haciendo que se cayera por la ventana, inquiero por si volvía a intentar asesinarnos de nuevo, fui a la calle encontrándola más agresiva que antes, rasgando mi cara con unas largas uñas que jamás había tenido, provocando cicatrices que más adelante se notarían. No sentí cuando mi único hermano vivo bajó hacia mí encontrando tal escena, me acusó de matar a mamá sin saber que ella misma fue la que causó todo aquello, no lo culpo, era demasiado pequeño para entender todo, era confuso hasta para mí, así que inconscientemente entré en tal estado de shock que mi vista se dañó, pronto descubrí que de ahora en adelante solo podría ver en blanco y negro, este hecho al principio me asustó, más que nada por el desconocimiento que tenía sobre él, aunque luego me pude acostumbrar.

Sediento de venganza por mis hermanos inocentes caídos, dejé a Genya bajo el cuidado de unos amigos de mi madre a sabiendas de que podría visitarlo cada vez que pudiera, no me quería separar de él pero no podía llevarlo conmigo mientras me dedicaba a vagar por los bosques y pueblos buscando a aquellos monstruos para matarlos a todos, mi ira crecía a cada día que pasaba. Al parecer mi método no era muy ortodoxo pero me funcionaba, simplemente lo que hacía era luchar contra ellos hasta que saliera el Sol, lo que yo pensaba que era su única debilidad ya que las armas no parecían afectarles en lo absoluto ya que tenían la inhumana habilidad de regenerarse, gracias a hacer esto gané más cicatrices, no me molestaban, es más, me sentía orgulloso de ellas, pensaba probaban mi valía, contaban mi historia indirectamente de manera sutil aunque dolorosa a la vista.

Al pasar un tiempo encargándome de aquellas monstruosidades me encontró un chico con extraño uniforme y una katana, se hacía llamar a sí mismo cazador de demonios, me llevó ante un mentor para que me enseñara como funcionaba este mundo del que al parecer tan pocas personas eran conscientes. Estuve entrenando un tiempo, aprendiendo los principios básicos sobre este nuevo oficio al que me vi expuesto por decisión propia, mi maestro me preparó para dominar la respiración del viento, incluso me me una katana cuya hoja se tornó de color verde, era del metal especial que me habían dicho que podía matar a aquellas bestias, si bien el entrenamiento era duro, no era nada por lo que no pudiera pasar, con esta ambición se convirtió en una meta para mí el llegar a lo más alto, matar a tantos demonios como pudiera, convertirme en pilar para ser reconocido, para evitar que ninguna familia pasara por lo que mi hermano y yo tuvimos que pasar. Pasados un par de años entrenando, Masachika Kumeno, el muchacho que me halló, falleció en una batalla que luchó a mi lado, no pude hacer nada por detener ese horrible accidente, fuimos tras una de las doce lunas, conocidas como los demonios más poderosos de todos, la que perseguimos era específicamente la primera inferior, después de aquello logré la meta que me había designado, me ascendieron al rango más alto de cazador.

Me había convertido en el Hashira del Viento.

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Bueno este es el último capítulo sin diálogo, ya a partir de aquí vienen interacciones y la historia de verdad.

Gracias por todo un abrazo hasta la próxima💖💖🥰

Aprendiendo a amar - SanegiyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora