14 de febrero de 2015

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Era el Día de San Valentín. Se respiraba amor por todos lados. Ahorré para comprarle un chocolate a todos mis amigos, no quería que nadie se quedara sin su presente.

Le compré un chocolate a Lenny (él y mis mejores amigos eran a los que más me importaba regalarle), pero había un problema... NO SABÍA CÓMO DARLE EL CHOCOLATE. Moría de la vergüenza con tan sólo pensar en tener que dárselo.

Pasé media mañana pensando en cómo dárselo y en la hora de recreo se me ocurrió algo: Enviarlo con mi mejor amiga Jade como si fuera un regalo de parte de los dos.

En definitiva eso hice, ella se lo entregó fuera del aula; yo moría de nervios.

-¿¡Qué dijo!?

-Cuando le dije que era de parte de los dos dijo que lo más probable era que tú lo habías envenenado y sonrió. - Yo solté una pequeña risa, eso es señal de que le gustó. -

-Debí dárselo yo.

-Muy tarde.

Él nunca me agradeció a mí, en verdad quería que lo hiciera pero jamás lo hizo.

El resto de la mañana la pasamos todos tomándonos fotos, tuve que soportar a las chicas dándole besos en la mejilla, aunque a mí me daban mis besos de vez en cuando también, así que no me puedo quejar.

No tenía ganas de escribir pero una de mis mejores amigas me lo pidió

Otra historia gay más del montónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora