Touya estaba cada vez peor, eso sentía Azumi, consideraba que le iba incluso peor que a ella, quería hacer algo por él, pero era solo una niña.
El tiempo pasó y pasó.
Todoroki Touya pareció mejorar.
Pero, aquel fatídico y doloroso día llegó, Azumi había entrenado hasta tarde, incluso el piso del lugar donde entrenaba estaba ligeramente resquebrajado.
Se quedó dormida un rato, despertó por el frío que hacía y con el sonido de la lluvia sobre el techo de aquel lugar.
Su padre ya no estaba.
De cierta manera le decepcionó tanto como le alivio su ausencia.
No había día que no esperara por un abrazo de su padre.
Pero comenzaba a desistir.
Su madre apareció por la puerta, le observo preocupada.
—Azumi, mi niña ¿Estas bien? Tu energía se siente débil.
—Estoy bien —contestó con un tono cansado y ligeramente irritado.
No le gustaba recordar cuán hipócrita era su madre fingiendo preocuparse por ella luego de permitir aquel entrenamiento tan intenso, agregando que además de aprender a ser una ama de casa, debía aprender más cosas.
Odiaba eso.
Se levantó y fue directamente a su habitación.
Se escucho al Okkotsu mayor ingresar a la casa por el sonido estridente que emitió la puerta cerrándose de golpe.
—¡Azumi!
La pelirrosa inhalo y bajó, observo a su padre, tenía las mangas ligeramente chamuscadas.
—Tu prometido murió —soltó.
La pelirrosa tardó unos segundos en procesarlo, se sintió desfallecer.
Su padre la pescó de su camiseta, en cuanto se estabilizó las lágrimas llenaron sus ojos.
—¿Te desmayaras por Touya? Que patética, no estabas enamorada de él o algo así, pero tranquila, si es el dinero y la fama te preocupa te casaré con Shoto, es un buen candidato y Enji me dijo que sería buena opción.
La expresión de Azumi cambió a una de enojo puro.
Más bien, mostraba todo el enojo acumulado a través de cinco años.
—¡Eres el peor padre del mundo! —gritó enojada —¡Jamás te preocupas por mi! ¡Siempre buscas la manera de beneficiarte de mi! ¡Le llevo tres años a Shoto! ¿¡Crees que si quiera consideraría-!?
La bofetada que el mayor le dio a Azumi resonó por el lugar.
—No me alzes la voz —habló enojado —Hago lo mejor por ti y me pagas de esta forma... Eres una mocosa malagradecida, de no ser por tu abuela ni siquiera hubieses nacido, fuiste bendecida con un don poderoso gracias a tu familia, agradecelo.
Azumi se quedó estática en su lugar, su padre la pasó de largo.
La rabia que sentía la rasguño por dentro con fuerza.
Lo odiaba.
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