「07」

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En lo que caminaba con Betty, de forma lenta pero en paso seguro, sentía miradas, no sabía de quiénes ni de donde pero estaba segura que me miraban. En algunas ocasiones escuché murmullos e incluso silbidos.

En un momento nos detuvimos y se escuchó el ruido de que tocaban la puerta, dos golpes suaves. Automáticamente se abrió la puerta y sentí que una mano masculina me agarraba del brazo y me tironeaba hacia dentro. Me quedé quieta y mi antifaz fue removido, permitiéndome ver que había en el cuarto.

Abrí los ojos y vi una mesa redonda, un ambiente con algo de humo, y habían cuatro hombres de unos 60 años para arriba y en el medio el supuesto "señor G", quien con su máscara puesta me miraba fijamente con una de la comisura de sus labios levantada.

-Les presento a la señorita Johnson, mi acompañante momentánea.
-Cada vez encuentra muchachas más bonitas señor G -dijo uno de los hombres, levantándose de su asiento y acercándose a mi- Thomas Brown, preciosa -me tomo la mano y la besó delicadamente.

Hice una pequeña sonrisa pero por dentro estaba asqueada.

-Hey. -Dijo un poco fuerte el señor G, mirándolo a Thomas.
-Tranquilo niño, ni que fuera a comérmela, por ahora... -Miro de arriba hacia abajo mi cuerpo, estudiándolo.

Notaba en el señor G un disgusto que ni yo entendía, ni que fuera realmente su pareja o algo así, pero estaba comenzando a entender de que iba esto.

-Siéntense. -Ordenó el señor G.

Me dirigí al asiento con una caminata firme y algo sensual, a propósito. Sabía que todos me miraban y especialmente el señor G. Me gustaba esa cara de odio que estaba poniendo, me agradaba ver que podía molestarlo.
Thomas se acercó a la silla y la movió hacia atrás para que me siente, a lo cual le guiñé el ojo y me senté. Él me sonrió y el señor G estaba cada vez más tenso.

-Continuemos por favor con lo que estábamos...- Dijo contundente señor G.

Se pusieron a hablar de cosas de dinero, acuerdos, a cómo iba todo crei entender a que iban.

Eran mafias.

Y yo obviamente no iba a ser una niña buena ni dejarle todo servido, iba a hacerle la vida imposible.
Thomas estaba a mi derecha, y comencé con mi pierna derecha a frotarla en su pierna. Lo miraba de reojo con una sonrisa juguetona.
Thomas se percató y me sonrió, cosa de lo que también vio el señor G, aunque de guía hablando, pero cada vez más trabado.

-... las armas pueden retirarlas mis subordinados... -hizo un pequeño silencio y me miró de reojo- y luego en el punto de encuentro darles... lo suyo... -seguía distrayéndose conmigo y con Thomas.

El resto de hombres comenzó a percatarse de la situación, pero estaban completamente callados; se miraban entre ellos pero no hacían nada.

Miré a un lado y vi el resto de la habitación, había una mesa baja con sofás y en medio de todo ello un tubo de poldance.

Y se iluminó mi mirada.

Dejé de frotar mi pierna y me levante atrayendo la atención de todos los hombres presentes. Me dirigí lentamente pero con esa caminata seductora hacia el tubo, lo miré y miré a los hombres de reojo.

-¿Que estás haciendo? -Dijo levantando un poco la voz el señor G, con un tono enojado.

Simplemente lo ignoré y me acerqué al tubo. Posé mi mano en el tubo y acerque la pierna derecha, como abrazando el tubo. Invitaba subirme en él, como si de lo mejor de la noche se tratara, como si todos lo esperaran. Lo quería hacer aunque nunca lo había hecho, pero sentía que iba a gobernar el tubo, y hacer que la sala sea solo mía.

-¡Señor G, hoy se lució eligiendo a la señorita! -Se levantó eufórico Thomas, dirigiéndose a los sillones.
-¡Brown, siéntese ahora! -Exclamó el señor G, su cara tapada ya era de disgusto.

Yo sonreí, picara.

-Pero señor G, cálmese, es una noche para relajar. Además siempre nos deja acercarnos a las señoritas, ¿que le ocurre hoy?- dijo Thomas sin mirarlo.

¿A todas las chicas que viene dejan que estos viejos se acerquen? ¿Y por qué conmigo no?
Quizá estoy pensando de más, como si se preocupara por mi.

-Brown...-Se levantó lentamente el señor G.

Thomas lo ignoró y llegó a mi lado, y me dio una nalgada de repente.

Me estremecí y mi cara cambió a disgusto.
Cuando la nalgada calló la habitación, esta volvió a ensordecerse por el ruido de un arma de fuego. Apenas la oí me paralicé en el lugar, y vi como Thomas era herido en el brazo.
Me quedé shockeada, mirando como Thomas se revolcaba en el suelo.

Miré hacia la mesa y estaba el señor G con un arma en la mano, apuntándolo. Su cara era de gran disgusto pero su postura era muy firme.
Los guardaespaldas se posicionaron automáticamente, sin sacar sus armas, el señor G les alzó la mano, indicando que estaba todo bien.

-Te advertí que no te acercaras... -Le dijo muy serio a Thomas.

Yo estaba espalda contra el tubo, mirando sin creer lo qué pasaba.

A eso el señor G guardó su arma y se dirigió a mí con un paso furioso; tomó mi muñeca con fuerza y me llevó a una puerta trasera de la habitación y me sacó, a la fuerza.

-¿¡Se puede saber que mierda haces?! -Me miró a través de la máscara, furioso.
-A ti que carajo te importa, yo no vine aquí para hacer de tu putita momentánea, depravado.

De eso el señor G me empujó contra una pared con furia y apoyó su antebrazo con fuerza a un lado y me acorraló con la otra pared.

(Similar a la foto)

-Escúchame atentamente maldita mocosa -Me cayó en seco- No te dije que vengas ahora para hacer payasadas ni menos de puta

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-Escúchame atentamente maldita mocosa -Me cayó en seco- No te dije que vengas ahora para hacer payasadas ni menos de puta. Era tan sencillo como estar quieta y no hacer nada, en vez de calentarle la verga a ese viejo verde.

Estaba en shock y realmente no sabía que decir. ¿Quizá actué de más? Con toda la ira ni había podido sentarme a pensar en frío.

En todo me quede pensando, tenia al señor G a solo unos centímetros de mis labios, estaban solo a la vista sus labios claros y finos, furiosos pero que impacientaban mi lujuria. ¿Qué rayos estaba pensando?

-¿Te asusté que estás tan callada? Pues así deberías estar... -Sacó el brazo de la pared- aun así, -acercó sus labios a mi lóbulo, erizándome la piel- si alguien se le ocurre tocarte un pelo, ya te imaginas las consecuencias... estando aquí, eres mía.

Ante oír eso se me paralizó el cuerpo y sentí un recorrido electrizante en él. Sentí un fuego dentro de mi.

Ante ello se alejó y tomó mi muñeca y volvimos a entrar. Thomas estaba siendo atendido por uno de los hombres y el resto hablaba. Al entrar se quedaron mudos.

-Ya no hay nada que hablar ahora. Pueden irse. -Dijo serio el señor G. Ante eso me llevo a los guardaespaldas, quien sacaron un antifaz y me lo colocaron en los ojos automáticamente.

Señor G y T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora