Me pusieron el antifaz nuevamente y oí el ruido de la puerta. Ante ello sentí la suave pero fría mano de Betty, quien me empezó a llevar.
-Nunca vimos al joven amo comportarse así cuando se trata de un chica, ¿ocurrió algo más entre ustedes? -Rompió el silencio Betty.
No sabía que contestar, pues no había pasado nada pero era raro el hecho de verlo así.
-No... no ocurrió nada... Quizá fue porque me sobrepasé. -Dije en tono decadente.
-No creo, las compañeras del joven amo van a servir siempre a sus invitados, a... ya sabe, satisfacerlos... -Sonó algo nerviosa- Pero el joven amo nunca tuvo una compañera por la cual saltar a la defensiva.
Estaba realmente sorprendida, ¿pero por qué todo me daba mala espina?
-No tuvo compañera fija de ese estilo, pero si tuvo alguien... una hermosa mujer, qué lástima. -Sonó triste.
¿Una mujer? ¿Qué habrá pasado?
-¿Quién?
-No puedo hablar de eso querida, lo siento mucho. -nos detuvimos y escuché el ruido de una puerta.- Que tengas dulces sueños. -Me hizo caminar hacia delante y se escuchó el ruido de una puerta cerrarse, con traba.
Me quede dura en la puerta, aún con el antifaz puesto. No podía creer lo que acababa de suceder, en qué estaba metida, qué estaba haciendo.
Me quité el antifaz y lo arrojé a suelo. Levanté mi pierna derecha y con mi brazo derecho hice un pequeño esfuerzo para sacarme el tacón, lo mismo con la otra pierna. Toqué el frío piso pero sentí relajación; los pies me estaban matando con esos tacones. Yo no era de usar tacones pero los vi y me parecieron preciosos. Yo era más de usar zapatillas cómodas...
Caminé sin intención al armario, ese hermoso espacio casi más grande que mi casa. Deslicé el vestido por mi cuerpo, quedando al desnudo. Guardé ese precioso vestido donde iba y busqué lo más parecido a ropa cómoda para dormir. Aun así, me tapé los pechos, porque no sé por qué me sentía observada. Encontré como si fuera un camisón por arriba de las rodillas, color rojo sedoso, con un bordeado de encaje negro.
(imagen orientativa)
Como pude mientras me tapaba me lo puse, era suave a la piel, pero siempre era de dormir con una camiseta holgada vieja y mi ropa interior abajo.
-El rojo te queda bien... -Escuché de la nada, haciendo que me sobresalte.
-Maldito pervertido, ¿no tienes nada mejor que hacer que estar mirándome? -Dije sin pelos en la boca.
Escuché una pequeña risa, muy cerca de ese micrófono, pero era una risa grave, como si le diera placer la situación.
-Dentro de todo, ahora es lo mejor que puedo hacer, mirarte... Te me haces interesante y pienso de qué forma usarte.
¿¡Q-Qué?! ¿Qué carajo acabo de escuchar?
Me quedé tildada mirando a la nada, petrificada, no sé si asqueada o interesada, era una mezcla de sentimientos que no podía definir. Ante ello la risa baja y grave pasó a ser una pequeña carcajada.
-Adoro generarte eso, me diviertes, con solo decirte esas cosas mira como te quedas... hostigar a tu padre fue lo mejor que pude haber hecho en tantos meses.
-¡Púdrete! -Sí, era asqueo, se me hervía la sangre de solo oírlo.
Volvió a carcajear.
-Ten dulces sueños, preciosa.
-¡Que te cojan! -Grité, pero se escuchó como si apagaran el micrófono.- Maldito enfermo...
Me enfermaba, me asqueaba esa actitud egocéntrica y aprovechada, que porque es él puede decirme y usarme como sea, y si se atreve a hacerlo, haré que pase vergüenza.
Pero al mismo tiempo me daba miedo hacer algo muy arriesgado y que afecte de alguna forma a mi padre. Me daba culpa que él esté siendo maltratado y yo aquí, con todos los gustos.
Pegué un puñetazo a la pared de la frustración, y me arrodillé sobre mi misma. Quería llorar, pero no quería mostrar debilidad. Automáticamente me levanté y me dirigí al baño, apoyé mis manos sobre el lavamanos y miré directamente al espejo, me observé en silencio, sin sacarme la mirada de encima. Sabía lo que se me venía, y tenía que estar preparada.
Seguido a eso, bajé un poco la cabeza y abrí el agua para lavarme la cara y sacarme el maquillaje. Al terminar, cerré el grifo y me dirigí a la gran cama que había en la habitación. Desarmé una esquina para donde me acostaría y me senté y levanté mis pies hasta taparlos. La cama era demasiado espaciosa, y solitaria.¿Mi padre estaría durmiendo igual que yo?
Me recosté y miré hacia el techo, alto y silencioso, y comencé a sollozar. Mi cabeza se llenó de pensamientos horribles, tenía miedo. Extrañaba mi vieja vida, y temía que no volviera ella. Extrañaba a mi ex novio por más que fue un idiota, pero en este momento quería que me abrazara y me dijera que estaría todo bien. Por más que no lo estuviese.
Me terminé quedando dormida mientras lloraba.
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Señor G y T/N
FanfictionEres una chica normal, de 17 años, estudias, tienes amigos y un novio apuesto llamado Logan. Un día como otros, algo pasa: eres secuestrada y parece ser que el responsable es un tal Señor G, quien no revela su identidad y posee una máscara para cub...