Capitulo 2

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Aidan.

Creo que siempre he sido un imán de gente fastidiosa pues a mi alrededor nunca faltaba aquella persona que me trajera muchos corajes y demasiado estrés, aunque eso no debería de pasar ¿Acaso no tienen a nadie más que ir a molestar? Si soy una clase imán de desgracias quisiera que alguien me lo dijera de una vez.

Me ardían los ojos, no había podido dormir bien y acaba de leer, iba de camino al salón de clases pero al llegar de cruce con una pequeña chica, creo que era nueva o jamás en mi vida la habia visto, terminó chocando conmigo haciendo caer todas sus cosas, ¿Enserio tenía que ser tan torpe? Solté un suspiro y recogí sus libros.

— Ten más cuidado ¿Quiéres?.

Dije sin ningún tipo de expresión en mi rostro pasando así por su lado y entrando al salón.
Las clases transcurrieron con tranquilidad y al terminar quise irme caminando a casa. Sería viaje muy largo pero no me importaba, quería caminar por la ciudad mientras escuchaba un poco de música sin que nadie me molestara.
Salí del plantel, me coloqué los audífonos poniendo un poco de música, aunque, para mí suerte salió una de mis favoritas Ride de twenty one pilots por lo cual caminaba mientras escuchaba la música pero por alguna extraña razón está vez sentía que la canción me transmitía algo, me hablaba, algún mensaje estaba recibiendo, jamás me había pasado así que intente ignorarlo, seguía caminando pero aquella voz se hacía más y más fuerte, comencé a acelerar un poco más mis pasos llendo sin sentido alguno por lo que luego de un par de zancadas más me encontraba perdido en alguna parte del bosque que estaba a un par de minutos de mi casa.
Al notar que tenía que encontrar un camino y cruzar aquel bosque por haberme desviado me quite los audífonos para ésta vez no distraerme o perderme de nuevo .

— Es extraño que llegara hasta aquí pero que más da.

Dije sin mucha importancia y caminé por aquel bosque, cada paso, cada sonido, cada árbol, cada hoja de éstos y cada respiración de mi parte sonaban tan fuertes que mi cabeza no soportaba, tal vez no eran sonidos insoportables pero para mí se escuchaban tan agudos, fuertes, como si tuviese algún tipo de bocina al lado de mi oído a tal grado que caí de rodillas con la cabeza baja, comenzaba a marearme un poco por lo que puse mis manos en mis orejas  intentando calmar el dolor aunque era completamente inútil.
Alce la mirada al escuchar crujir hojas enfrente de mi y vi un pequeño venado.

— Mátalo.

Decía una voz en mi cabeza.

— No, no puedo hacer eso.

Intentaba decirme en voz alta.

— ¿Eres débil o que? Vamos, mátalo, es un simple venado.

Seguía hablándome aquella voz que aún no lograba reconocer.

No puedo describir como fue que pasó aunque lo único que recuerdo es que la voz en mi cabeza no paró de hablarme hasta que lo hice. Así es, había matado a un pequeño venado que tenía toda una vida por delante, ¿Había sentido satisfacción? Siendo completamente sincero es que si, era algo satisfactorio sentir la sangre y sus órganos en mis manos, aunque no recuerdo cómo fue que tomé la valentía para hacerlo sabía que aquella sensación querría volverla a sentir, aunque, no me duró tanto aquel sentimiento pues al finalizar y que aquella voz se callara reaccioné, salí de mis pensamientos, volteaba a todos lados asustado y con sangre en mis manos por lo que solo corri hacia mi casa sin saber que había pasado pues el miedo y las dudas entraban en mi a toda velocidad.
Entré a casa encontrandome con mi hermano menor Adrik.

— ¿Estás bien? ¿Que ocurrió?.

Preguntó el menor asustado al ver mis manos con sangre. No dije nada y solo me subí rápidamente a mi habitación, entre en el cuarto de baño y me dí una ducha deseando que jamás hubiese hecho aquello.

— Sabes bien que te gustó la sensación de matar a aquel pequeño venado.

Habló de nuevo la voz.

— No, no puede gustarme algo como eso.

Dije en voz alta dejando caer el agua sobre mis manos limpiando un poco la sangre.

— ¿Ya no recuerdas cuando lo hacías de niño? ¿Acaso olvidaste esos viejos tiempos?.

La voz cada vez era más fuerte por lo que intentaba calmarme.

— No sé de qué me estás hablando.

Me adentré a la ducha.

— Tan solo esperaré mi momento de salir otra vez y demostrarte quienes somos en realidad.

Fue lo último que dijo aquella voz para luego desparecer, lo cual agradecí, me dí un largo baño calmandome por lo ocurrido y salí a mi habitación vistiendome para poder hacer mis tareas y comer un poco con mi hermano pues mis papás estaban trabajando.

Al sentirme completamente calmado después de realizar la tarea de álgebra decidí bajar con mi pequeño hermano.

— ¿Cómo estuvo tu primer día de clases?.

Pregunté tranquilamente a lo que el menor me volteó a ver confundido.

— Hace un par de minutos te acabo de ver entrar con tus manos llenas de sangre asustado y con la respiración agitada y ahora ¿Me estás preguntando que cómo me fue en la escuela? Primero quiero saber que rayos te ocurrió a ti.

Solo le servía su comida sin querer responder pero al sentir su mirada sobre mi nuca decidí voltear encontrándome con aquella cara curiosa de mi hermano menor.

Solté un suspiro.

— No sé que pasó, no se cómo pasó y no quiero hablar al respecto.

Dije sin ninguna expresión en mi rostro dándole su plato.

— Anda, come o se enfriará.

Comenté sentandome enfrente de él ya con mi plato también.

Las voces de AidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora