Capitulo 5.

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Lia.

Desde que fui a dejarle los chocolates y la carta a aquel chico de cabello negro y ojos azules me sentía muy extraña, como si algo me estuviera observando o alguien me siguiera, no había sitio en el que no lo sintiera pues aún estando en mi habitación podía sentir como alguien observaba cada uno de mis movimientos.

Ya van dos días sin saber nada de Aidan, no ha asistido a las clases en el bachillerato por lo que no saben de él, se me hace muy extraña ésta situación ya que el nunca falta, desde que lo conozco siempre ha sido de los mejores de toda la escuela a tal grado que incluso me atrevería a decir que es el mejor.

Cómo todos los días fui a la escuela pues tenía un par de clases, estábamos por entrar a la semana de exámenes así que no me arriesgaría a faltar, para la hora de la salida me recogió mi mamá. Él camino era muy tranquilo pues ella y yo éramos muy unidas, no había cosas que yo no le contará y viceversa, aunque durante el camino bajé la mirada al espejo retro y ahí  pude notar que un auto nos seguía, siendo sincera asusté demasiado y no sabía que hacer, lo único que se me ocurrió fue decirle a mi mamá.

— Mamá, creo que un auto nos está siguiendo.

Le comenté asustada señalando el retrovisor.

— Hija, no creo que nos esté siguiendo, cálmate.

Realmente la veía tan tranquila que solo bufé.

— Bien, pero si nos secuestran y nos venden en partes no digas que no te lo advertí.

Mi tono fue más que sarcástico y solo veía el camino aún notando aquel auto pero al ponerle más atención noté que conocía las placas del mismo.

— ¿A-aidan?...

Susurré para mí misma, después de unos segundos llegamos a la casa por lo cual bajé del auto e intentaba buscar el que nos estaba siguiendo pero para mí sorpresa ya no estaba, no había rastro tan siquiera de que viniera detrás de nosotras.

Quizás solo me imaginé todo o mi mente me hizo una mala jugada pues al parecer en el fondo quería ver al chico que conocía desde niños y hace poco me había salvado la vida.

Solté un suspiro algo desilusionada y entre a la casa. Me subí a mi habitación pues tenía que comenzar a hacer mi tarea, como era demasiada quería tomarme mi tiempo y después darme un baño, pues el día había sido un poco pesado, abrí la puerta de mi habitación adentrándome a ella, lance la mochila al suelo cerrando la puerta detrás de mi.

— Que cansancio...

Dije cansada en un susurro apoyando mi cabeza en la puerta.

— ¿Porqué tan cansada Lia?

Me asusté al escuchar aquella voz en mi habitación por lo que alce mi cara viendo a Aidan acostado en mi cama como si nada, tan tranquilo y con una ligera sonrisa en su rostro, como si asustarme hubiese Sido algún tipo de victoria para él.

— ¿Q-qué haces aquí?, ¿Cómo entraste?.

Retrocedi un par de pasos alejándome más de él.

Él solo se rió por el como estaba actuando, me observaba de arriba hacia abajo aún con esa sonrisa.

— Entré por la ventana, quería verte.

Aquel chico se levantó acercándose a mi y tomó mi mandíbula viéndome directamente a los ojos.

— Dijiste que querías conocerme y acercarte a mi, entonces, ¿Porque no intentarlo?

Solo tragué saliva algo nerviosa.

— No era necesario que entraras a mi casa...

Lo veo directamente a los ojos.

— Si quieres verme será a mi manera, ¿Crees que no se qué estuviste buscándome en la escuela? Preguntando en todo el bachillerato si alguien sabía algo de mi.

Se reía, pero, su risa era ronca y leve a la vez, algo había cambiado con su actitud, lo sentía muy diferente, no sabría describirlo, pero algo pasaba y creo que en eso estaba involucrada ahora.

— O-okay pero suéltame...

Intenté quitar su mano de una manera brusca lo que provocó que me soltara la cara pero tomara mi cintura, ante aquella situación sentí que mi respiración aumentaba un poco, como si comenzara a agitarme, pues Aidan solo me sostenía con firmeza viéndome aún a los ojos.

— Te he dicho que me sueltes.

Corté el contacto visual y lo empujé alejándome completamente de él.

— Bueno Lia, si es lo que quieres no te tocare más

Se volvió a recostar en mi cama.

— Podrías tener un poco de decencia y no ser tan confianzudo.

— No le veo el caso, me tienes más miedo tu a mi que yo a ti.

Cómo odiaba cuando era así de sarcástico, solo bufé y saqué mis cuadernos para hacer la tarea.

— ¿Te quedarás?  

Dije sin verlo esperando su respuesta.

— ¿Quiéres que me quede y te ayude?, No tendría ningún problema con eso, puedo irme hasta la hora que tú me digas.

Hice mi cabeza hacia atrás pidiendo paciencia y sentí los brazos del pelinegro rodeando mi torso en un abrazo, no supe cómo reaccionar y solo sentí como mi cuerpo se tensó por completo.

— ¿Te han dicho que hueles delicioso?.

Me preguntó poniendo su cara en mi cuello.

— A-aidan...

Aún estaba tensa por lo que no sabía que decirle así que solo acaricié suavemente su cabello acomodandolo un poco.

Las voces de AidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora