Capitulo 3

70 17 0
                                        

Aidan.

Los días transcurrían y las noches llegaban, pero conforme los días pasaban escuchaba cada vez más aquellas voces que no me dejaban de atormentar en cada minuto del día, no importaba en dónde estaba, con quién me encontraba o que quería pues siempre, a cada instante estaban ahí diciéndome que matara gente, animales o incluso que me suicidara.

A decir verdad además del primer venado de aquel día ya había matado a más animales pero extrañamente al terminar ya no me sentía culpable, al contrario, me sentía muy feliz y tranquilo como si todo mi estrés se fuera en aquella acción tan simple pero tan desalmada.

Hoy como todos los días y como toda mi rutina tenía que asistir al instituto para tomar mis clases correspondientes por lo que me alistaba para ir pero ésta vez tendría que ir a dejar a mi hermano menor ya que mis papás no podrían hacerlo ésta mañana. Ambos salimos de la casa e íbamos en mi auto para dejarlo en su escuela.

— Estos días te he sentido distante y muy raro, ¿Qué tienes hermano?.

Me preguntaba él con un cierto tono de preocupación.

— No sucede nada.

Despeiné levemente su cabello llegando a un semáforo y voltee a verlo.

— Solo que las clases han sido un poco pesadas estos días, apenas estamos entrando a éste ciclo pero por ser de último grado nos exigen demasiado.

Le contestaba cálidamente y con una leve sonrisa pues a mí hermano menor era al único que cuidaba y era cariñoso, él no hizo más preguntas así que lo dejé en su plantel y me dirigía hacia el mío pero una chica se atravesó corriendo por lo cual tuve que frenar bruscamente.

— ¡L-lo siento!

Me gritó aquella chica asustada y con lágrimas en sus ojos. Pude observarla mejor y note que aquella chica era una con las que me juntaba anteriormente en el instituto por lo que me quedé confundido al verla tan triste. No bastaron más que un par de segundos para poder notar que un señor con un cuchillo en mano la estaba persiguiendo, no lo pensé y baje del auto acercándome a la chica.

— ¿Q-qué haces? ¿Quién eres?.

Me preguntó confundida con un nudo en la garganta

— Solo ve a esconderte y no salgas hasta que yo vaya a buscarte.

Dije de una manera fría sin expresión alguna en mi cara. La chica salió corriendo y el señor se acercó a mi por lo cual solté una pequeña risa burlona.

— Acércate un paso más y terminarás muerto.

Advertí.

— El que terminará muerto serás tú por quererte hacer el héroe con tu amiguita que mataré cuando termine contigo.

Tan solo esperé a que se acercara lo cuál hizo casi al instante de terminar su frase, pero, al tenerlo cerca de mi jale su brazo atrayendolo a mi quitándole el cuchillo que sostenía, sonreí ladino y voltee a verlo.

— Yo te lo advertí.

Dije con una gran sonrisa de satisfacción y con ese mismo cuchillo empeze a apuñalarlo. Las gotas de sangre botaban por todos lados incluyendo mi cara y cuerpo, yo solo me reía de él pues al principio se quejaba e intentaba moverse o incluso meter las manos pero yo no tenía piedad alguna de él, solo seguía clavando aquel cuchillo en todo su cuerpo hasta que dejó de moverse, cuando eso pasó suspiré muy feliz, voltee a ver mis manos llenas de sangre y reí roncamente.

Después de unos minutos de diversión fui a buscar a aquella chica que había mandado a esconderse. Caminé unos minutos y la encontré escondida en uno de los arbustos de las casas cercanas.

— Ya sal de ahí.

Dije un tanto serio pues parecía un cachorrito asustado, podía notar cómo aún temblaba, me vio con demasiado miedo pues estaba lleno de sangre y con el cuchillo en mi mano.

— T-tú...¿L-lo mataste?.

La voz de aquella chica era temblorosa y no pude evitar reir un poco por su pregunta.

— Cálmate y sal de ahí, a ti no te haré nada pues si quisiera hacerlo en este mismo momento ya no estarías respirando.

La chica puso una cara de susto a lo que yo solté una carcajada viendola, tire el cuchillo a un lado, me puse a su altura.

— Te he dicho que no te haré daño, puedes confiar en mi.

Le estire mi mano pero ella en automático se hizo para atrás.

— N-no p-puedo confiar en alguien q-que a-acaba d-de ma-matar a o-otro a-a-alguien.

Si tartamudeo se me hacía un tanto tierno por lo que solo sonreí.

— Hey, tranquila, de verdad no planeo hacerte daño, solo te llevaré a tu casa, te darás un baño y me vaz a prometer que no mencionaras nada de lo que acaba de suceder o yo lo sabré y te encontraré.

La veía directamente a los ojos pero al final tomó mi mano.

— Buena decisión.

Sonreí y la llevaba conmigo a mi auto aunque ella volvió a alejarse.

— ¿C-como sabes en dónde vivo?

Aún ese tartamudeo.

— No lo sé, tu me irás guiando.

Rodé los ojos un tanto fastidiado.

— Bien, pero vamos caminando.

Pidió y no me esperaba menos pues al parecer no me recordaba y para ella era un completo extraño.

— Déjate de tonterías y sube de una vez, no soy un extraño.

Le abrí la puerta pero sus ojos se cristalizaron por el miedo.

— Ya viste mi cara, viste lo que soy capaz y te estoy diciendo que no te haré daño, solo sube al auto y hagamos lo que te pedí, nadie tiene que saber lo que ocurrió aquí, ¿Oíste?

La pequeña chica solo asintió y subió al auto aún con ese temblor en el cuerpo, subí yo también y manejé hasta donde me indicó.

— Dime cuál es tu casa.

Exigí.

— N-no es necesario que lo sepas.

Voltee a verla.

— Bien, entonces largo de mi auto.

Ya me había irritado, la chica se bajó casi corriendo y no dejó de hacerlo hasta que la perdí de vista.

Me fui de ahí, pues ya no tenía nada que hacer y lo peor es que había perdido un día de clases.

Las voces de AidanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora