Capítulo 3.

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  ¡Sorpresa!  Espero que les guste 😉


Capítulo 3.

— No hagas ruido — susurro Ryan en mi oído. 

    Mis ojos estaban muy abiertos y mi corazón acelerado por el miedo y la impresión. Sus manos estaban cubriendo mi boca para que no siguiera gritando. Sentía el calor de su cuerpo detrás de mí. De alguna forma, esto último lograba que mis sentidos en alerta se relajarán.

      No podía despegar la mirada de la escena al final del pasillo, era lóbrega e irreal. La única ventana de la estancia tenía cortinas delgadas de color blanco que dejaba pasar un poco de la luz que había afuera. La silueta del hombre robusto se podía apreciar de una forma siniestra, colgado del cuello con lo que parecía ser una sabana. Desde donde me encontraba podía contemplar su ropa cara y reloj costoso.

    Sentía ganas de vomitar.

    ¿Por qué lo hizo?  

     Era un poco estúpido que me preguntara eso, cuando las circunstancias daban para que sucediera algo así. Sin embargo, no pensé que fuera testigo de tal escena algún día en mi vida, ni si quiera con todo lo que estaba pasando en el mundo.

   Si ver cientos de personas en el suelo me afectaba, esto lo hacía mucho más. Este no era un cuerpo más sobre el piso, era una persona que se había suicidado.  Una persona entre tantas que sobrevivieron y que tal vez hayan escogido el mismo camino; la muerte.

   Pero... ¿A dónde irían?

    El cielo, por lo que entiendo, se cerró. Solo personas buenas pueden entrar. Y el infierno... lo estábamos viviendo.

  — ¿Harás silencio? — preguntó el peliblanco sin soltarme.

      Su voz me trajo de vuelta a la realidad y asentí suavemente con la cabeza. No me soltó de inmediato, lo hizo lento y atento por si me atrevía a volver a gritar.

— Hay que movernos rápido. Tal vez tu grito haya llamado la atención y vengan en camino — indica en tono distante mientras se aleja y sigue subiendo las escaleras.

    Asiento aturdida y veo una última vez la escena antes de espabilar y de seguir detrás de él.

   Tenía razón.

    Teníamos que movernos.

     Aquellas criaturas estaban al acecho y cualquier movimiento en falso nos pondría en el punto de vista. Tenía que ser más controlada con mis reacciones, ser igual de indiferente que Ryan si quería realmente sobrevivir. 

    Todo esto era una locura.

     Siempre fui una persona muy expresiva y cálida. Tener que ser más fría y controlada era todo un reto para mí. Mis emociones estaban a flor de piel, tan expuestas y tan vulnerables como si no hubiera un peligro inminente cerca. Lo peor era que no solo me ponía a mi misma en peligro al ser así, sino también a Ryan. 

     Éramos dos tratando de sobrevivir, no solo yo. Si no fuera por él, tal vez estaría muerta.
  
     Me sentí molesta y apenada.

     Luego de eso, me prometí a mi misma y silenciosamente a él que sería más controlada. Ya no gritaría, ya no expondría lo que siento de una manera tan fácil como para quedar en la mira. Sería cuidadosa y fría ante la situación. O al menos, lo intentaría.

    Subimos tres pisos más cuando Ryan informó que habíamos llegado.

      El pasillo, como el de la horrible escena, también tenía una ventana al fondo, pero solo tenía una puerta y más las del ascensor. Se veía exclusivo y lujoso, muy por encima de los demás pisos. En el centro, había un candelabro modesto con todas las velas por la mitad apagadas. Un espejo se cernía frente a la entrada del apartamento de los padres de Ryan. De forma extraña, este no devolvía el reflejo. Era como si algo lo estuviera cubriendo y reflejara el color del objeto siendo un gris oscuro, como el de las nubes de una tormenta. Lo mire con el ceño fruncido, pero no le dí mayor importancia. 

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