Capítulo 4.

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 El cielo estaba aclarando mientras corría.

  El sol salía por el horizonte y podía sentir contra mi piel su luz y su calor. La sensación era agradable. Sentía que volaba conjunto a los pájaros en el cielo y que era totalmente invencible. Me sentía feliz y tranquila.

   La brisa de la mañana helaba mis mejillas mientras hacía que las flores a mi alrededor bailarán al compás. Todavía se podía apreciar la luna en el cielo con ciertas estrellas haciéndole compañía.

   Me gustaba pensar que el sol y la luna tenían una relación. Un amor tan único como el de mis padres. Ellos solían decirme que llega un momento entre el día y la noche donde se podía ver como ambas esferas luminosas estaban al mismo tiempo en el cielo. Y en lo que durarán ambas en lo alto, podrías sentir toda la calma que su amor por el otro trasmitía en la Tierra... como en aquel instante.

   Por eso no me importaba estar despierta tan temprano un domingo y corriendo por un campo abierto y extenso.   

— Aquí estás, pequeña tramposa — dijo papá saliendo del bosque con una sonrisa.

   Chille y aumente mi velocidad, feliz y temerosa de que me atrapará. Poco después, vi que mamá se sumaba al equipo de papá. Ambos demasiado energéticos y risueños como para poder ser comparados con alguien más en el mundo.

  Al verlos me sentí muy alegre, no me importó que hicieran equipo contra mí. Amaba a mis padres y sentía un profundo cariño y admiración por ellos y su relación. Cuando fuera grande, desearía sentir y tener algo igual a lo de ellos.

    Me sabía su historia de memoria, y cada que podía, les decía que me la relatarán otra vez. Nunca me decían que no y siempre terminaban contándomela juntos.

  Mamá tenía el cabello impresionante largo y de color negro. Para mí, ella era la Rapunzel de cabello negro y ojos grises de la época actual, mucho más hermosa que la rubia de la película. En aquel momento, este ondeaba con la brisa mientras corría detrás de mi con una sonrisa divertida en el rostro. Por lo general, ella siempre parecía estar pensando. Habían veces que se veía triste y perdida cuando se creía sola en una habitación, como si le faltará algo, pero solo faltaba que me viera o viera a papá para que esa expresión se esfumara y volviera a verse inmensamente feliz.

  Papá, por otro lado, tenía el cabello castaño y ojos azules. Por alguna razón, siempre se dejaba el cabello largo. Cuando preguntaba, decía que era porque le crecía muy rápido y prefería dejarlo así. Su barba mamá tenía que rebajársela cada dos o tres días por la misma razón. Aunque ella no se quejaba, amaba estar cerca de él... y sé que él también. Creía que ambos esperaban con ansías ese momento de la semana.

   En un segundo, mamá se cayó y papá corrió a su ayuda. Preocupada, deje de correr en dirección opuesta y fui hacia ellos.

  — Ganamos — dijeron al mismo tiempo. Ambos me rodearon con sus brazos y supe que caí en la trampa. 

  Perdí.

  Y pese a que perdí, me reí y los abrace. La felicidad en pecho creció cuando mi papá besó a mamá en la mejilla y a está se le ponían las mejillas rojas. Se miraron a los ojos y el amor y la complicidad en ellos me hizo querer crecer rápido para amar y que me amen como ellos lo hacían. Después me miraron a mi y chillé cuando empezaron a llenarme la cara de besos. Daba cosquilla, pero me gustaba. Me sentía en casa.

  No podía imaginar una vida sin ellos...

   Luego, el cielo se oscureció.

  Cuando me di cuenta, ya no estaba en los brazos de mis padres. De hecho, no estaban por ninguna parte.

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