Capítulo 5.

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 Siempre he escuchado que hay calma antes de la tormenta, que puedes pre-sentir cuando se acerca una y cuando esta va a llegar a su punto más catastrófico.

   Llegué a pensar que era una tontería, que las personas eran paroicas cuando decían esas cosas. En mi cabeza no había espacio para tratar de adivinar cuando se acercaba una o cuánto esta iba a durar. No me importaba y nunca aprendí a pronosticarlas. No me arrepentía de eso.. Hasta que un trueno retumbó en el cielo e hizo vibrar las ventanas del mercado. Algo que daría entrada a la nueva llegada de otras criaturas infernales, pero que, en aquel momento, no lo sabía. 

   Ryan y yo despertemos de un sobresalto esa noche viendo como todo se alumbraba por una centella que iba seguida de otro resonante trueno. Las paredes parecían vibrar tan fuerte como las ventanas. 

— ¿Qué mierda...? — solté con el corazón acelerado, asustada por la vibración.

   La lluvia azotó con furor cuando el trueno más horrible se escuchó y las centellas parecían durar más tiempo.

— ¿Una tormenta? — pregunté sin aliento.

— Al parecer.

   Tanto Ryan como yo nos encontrábamos atónitos por lo que escuchábamos. Cada vez se volvía peor el sonido de los truenos a la vez que la lluvia caía con más fuerza. Las gotas sonaban como pierdas contra el techo y la humedad del ambiente aumentaba el frío de la estancia. Si hubiéramos estado afuera en aquel minuto, hubiéramos visto como una espesa neblina se asomaba por las calles mientras las sombras parecían haberse ocultado, como si algo peor se avecinara.  

  Viendo cómo de alguna parte, algo estaba saliendo de la profundidad de la tierra.

  Mi cuerpo tembló sin reparo, tanto por el frío como por el pánico que me causaban las tormentas. Los escalofríos me recorrían y no podía hacer nada contra el miedo que la tempestad me provocaba. Desde que tenía memoria, era una de mis peores pesadillas.

   En la mayoría de los sueños que no me permitían dormir con tranquilidad, las fuertes lluvias azotaban y la oscuridad reinaba. Todas las veces que despertaba, sentía como si me estuviese ahogando y por fin podía respirar. No podía controlarlo, y siempre que había una tormenta en el pasado, me refugiaba en los brazos de mis padres... Ahora estaba sola.

  Bueno, no por completo.

— ¿Le tienes miedo a la tormenta? — preguntó Ryan con cierto tono burlón, a mí lado. Me miraba con una ceja alzada y el asomo de una sonrisa en sus labios.

— No — miento.

— ¿Por qué tiemblan entonces?

— Yo... — mi cabeza estaba en blanco.

   Ryan sonrió burlón y se arrimo más a mi lado. Fue inesperado, pero agradecí internamente el calor que su cuerpo proporcionaba.

— Tranquila, la lluvia no te va a comer — tranquiliza sin perder la burla en su voz.

  Sentí mis mejillas ponerse rojas a la vez que la irritación amenazaba con hacerme darle un golpe si no se callaba. Simplemente lo empuje con el hombre para alejarlo y me abracé a mi misma, enojada y asustada de los sonidos de afuera.

  Nunca me había gustado que se burlaran de este miedo en particular. Me hacía sentir vulnerable y cobarde.

— De las cosas que hemos vivido últimamente, la tormenta es de lo menos aterrador en la lista, hasta podría decirse que es totalmente  inofensiva en comparación con las otras.

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