Cosas de Ladrones

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Capitulo cortito de 5 páginas y que separe de la historia porque es bonito <3 preparen insulina 

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Luego de llenar varios documentos, el ingreso de Hua Cheng a la clínica fue inevitable y pronto se encontró frente a Xie Lian y He Xuan, despidiéndose.

Hua Cheng tenía los brazos llenos. El hospital brindaba a cada paciente una almohada, pijama, sabanas y un set de limpieza, todo de color azulado. Había aceptado internarse a pesar de lo renuente que era respecto a la medicación. El lugar se veía cómodo, tenía largas hectáreas de campos para caminar y seguramente era el hospital más hermoso que había visto nunca, mucho más parecido a un rancho de un narcotraficante que a un manicomio.

Pero, aun así, a pesar de todo, Hua Cheng se sintió nervioso y de forma extraña, por primera vez en la vida se sintió terriblemente solo.

Deseo que He Xuan y él fueran tan cercanos como lo fueron hace años, pero la realidad es que desde hacia mucho tiempo su amistad se había deslavado con el frio trato médico-paciente, aun se querían y tenían confianza entre ellos, pero la enfermedad de Hua Cheng lo había apartado del mundo y el trabajo y la doble vida de He Xuan lo mantenían sin tiempo para dedicarse a reconstruir su amistad.

Deseo más que nunca tener un familiar del quien sostenerse, una madre o un padre, quizás un hermano. Había una vecina que a veces lo cuidaba. Era una señora ya entrada en años, ella no sabia bien por lo que pasaba, probablemente pensaría que era un adicto o algo por el estilo. Quizás le tenia lastima.

Siempre le dejaba una bandeja con comida caliente en la puerta cuando se daba cuenta que Hua Cheng pasaba semanas sin salir de su casa. Hua Cheng pagaba esas atenciones ayudándole a reparar cualquier cosa. Desde que se divorció ella le tocaba a menudo la puerta pidiéndole cientos de favores: cambiar un foco demasiado alto, reparar el termostato, golpear un poco su horno hasta que volviera a andar.

Hua Cheng era una persona muy sola. Demasiado ahogado en la depresión. Demasiado descontrolado mentalmente. Siempre agotado, nunca conseguía voluntad para salir y esforzarse en conocer personas. Así que la vecina del piso 10-A, YuShi Huang, fue una especie de amiga. Pero al ser mayor y tan maternal, Hua Cheng se permitió, con mucha culpa, ver en ella una especie de figura materna.

Pero Hua Cheng no era capaz de llamar a su vecina y molestarla. Es por eso, que en el formulario que lleno, no dejo ningún numero de contacto de emergencias. Francamente, no tenía. Si algo le pasaba, Hua Cheng se iría de este mundo de la misma forma en como había llegado, completamente solo.

Solo estaba Xie Lian.

Sintió las fuerzas de San Lang, su deseo por tomar el frente. El ímpetu de Hong-Er por ser abrazado en ese momento. De una forma dependiente, necesito más que nunca a su psicólogo, pero Hua Cheng, que, a diferencia de sus otras personalidades, era un adulto supo que no podía hacer esas cosas tan fuera de lugar, por lo menos no delante de He Xuan.

—Estarás bien, no estés asustado.

—Tu... ¿De verdad puedo llamarte?

Xie Lian se le acerco y le dio un buen abrazo, atrapando el cuerpo de Hua Cheng junto con todas las cosas las cuales el apretaba contra si con ansiedad. El abrazo fue inesperadamente caliente. Cerro los ojos y aspiro un poco sintiendo el aroma de Xie Lian, el shampo que siempre usaba, siempre olía bien y afrutado, una loción varonil, delicada, siempre estaba por debajo, en un grato aroma.

—Puedes llamarme todo lo que quieras. Acá puedes usar tu celular, quizás estará algo restringido el acceso al internet, pero puedes hablar conmigo. Además, te visitare seguido, estarás poco tiempo, antes de darte cuenta volverás estar en tu casa.

Paciente MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora