Junto a ti 7 años en el pasado

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La vida en Narnia era hermosa y llevadera, los Pevensie casi no recordaban como era su vida en Londres y eso no era algo que les quitase el sueño.

- Peter, recuerda que tenemos que ir a firmar los tratados con los Telmarinos mañana. - Recordó el rey Edmund.

Peter asintió, claro que lo recordaba, llevaban aplazando ese tratado ya un mes, no podían postergarlo más.

- Iremos solo tu y yo, Susan y Lucy deben quedarse aquí y verificar que todo siga su rumbo.

- ¡Pero yo quería acompañarlos! - Exclamó la mas pequeña.

- Lucy, la próxima semana cumplirás 18 y ya serás una adulta, debes planear los detalles de la fiesta mientras tanto.

Lucy, refunfuñando terminó por aceptar, a ella le encantaban las fiestas después de todo.

Con todo dicho, los cuatro reyes se fueron a dormir, debian descansar bien para el viaje, llegar hacia el pais del rey Miraz les tomaría por lo menos 2 días, a Edmund no le emocionaba la idea, Miraz le daba escalofrios, habia algo en él que no le generaba confianza, pero Peter insistía en que ya era hora de firmar tratos con él, no tenia opción esta ocasión.

- Es un enorme placer tenerlos aquí, reyes de Narnia, su visita nos complace - Exclamó Miraz, dejando entrar a los reyes y a sus fieles sirvientes al gran salón de su castillo.

- El placer es nuestro rey Miraz - Respondió de forma eficaz Peter, él era el encargado de mantener las relaciones sociales, Edmund no era bueno para eso.

- Me parece que el rey Edmund no es un buen hablador. - Edmund lo miró desconcertado, eso habia estado fuera de lugar.

- Oh claro que no, es solo que el viaje lo agotó demasiado, seguramente durmiendo una pequeña siesta pueda sentirse mejor.

- En ese caso, le pediré a la servidumbre que lo guíen a su cuarto para que pueda descansar, no podemos firmar los tratados si el rey Edmund no se encuentra bien.

- Eso suena bien, si me disculpan iré a dormir un poco.

Edmund dejó la habitación rapidamente, seguramente habia sido descortés, pero a ese punto no le importaba, le sofocaba estar en la misma habitación que ese hombres.

- Aquí es su majestad. - Edmund le dedicó una pequeña sonrisa a la chica y espero a que se fuera para cerrar la gran puerta.

Con cansancio, Edmund comenzó a quitarse la ropa para poder recostarse y descansar, lo bueno del castillo de Miraz es que tenia bonitas vistas, aunque no mejores que la de su castillo. Se recostó sobre la mullida cama y se quedo mirando fijamente el techo durante un par de minutos, aun no entendía que diablos hacían ahí, podían vivir tranquilamente sin tener que relacionarse con los telmarinos, comenzaba a sentir la misma sensación que cuando conoció a la bruja blanca, de solo pensarlo le daban escalofríos y náuseas.

- ¡Basta príncipe! ¡sabe que no debe jugar en este lado del castillo!

- ¡Pero yo quiero ver a los reyes!

- ¡Su tío se enfadara!

Edmund escucho el llanto de un niño, y dejando un suspiro atrás se puso de pie y se vistió ligeramente para salir y ver que es lo sucedía. El niño guardó silencio ante su presencia y la mujer tambien lo miró, algo asustada.

- Lo lamento mucho su majestad, me iré de inmediato con el principe. - Edmund le hizo una seña con la mano expresando que no hacía falta.

Edmund miró al pequeño y notó unos ojos llenos de admiración, de alguna forma le recordó a la Lucy de 10 años que recién había descubierto Narnia.

- ¿Cuál es tu nombre pequeño?

- Él es el príncipe Caspian X su majestad.

- Creo que él puede presentarse por su cuenta ¿cierto?. - El pequeño Caspian asintió efusivamente.

- Mi nombre es Caspian, príncipe Caspian, es un placer conocerlo rey Edmund. - Edmund se sorprendió de que él lo reconociera, era la primera vez que lo veía.

- Entonces es un placer, príncipe Caspian, yo soy el rey Edmund el justo.

El chico sonrío.

- Bien príncipe, es hora de dejar descansar a su majestad.

- Pero yo quiero quedarme con él.

- Esta bien que se quede, yo lo cuidaré.

- ¿Seguro señor? - Preguntó tímidamente la muchacha.

- Claro, no hay problema.

- Entonces me retiro. -La chica hizo una pequeña reverencia y se marchó, dejando a ambos jovenes solos.

- Yo quería dormir durante un rato, pero podemos hacer lo que quieras.

- Dormir esta bien para mí.

Edmund sonrío, ambos entraron al cuarto y el pequeño Caspian corrió hacia la cama para sacarse los zapatos y acostarse en ella. Edmund por su parte volvió a quitarse la ropa para quedar en paños menores e imitar al mas joven.

- ¿Cuántos años tienes príncipe?

- Tengo 10 años majestad. - Edmund sonrío.

- Solo llámame Edmund.

Ed sonrío amablemente y el pequeño lo imitó, poco después ambos jóvenes quedaron profundamente dormidos.

Los siguientes días Caspian no se había despegado del lado de Edmund, lo seguía a todas partes, a Ed no le molestaba, su compañía le resultaba extrañamente confortante.

Llegó a tal punto de sentir demasiada estima por el menor, era bastante extraño, pero simplemente lo sentía, tal vez porque siempre quiso un hermano menor.

- Bien, si ya esta todo dicho y listo, creo que es hora de volver a casa.

Peter le cedió los papeles a Edmund para que les diera una hojeada antes de completar todos los tratados, una vez listos, los tres reyes se pusieron de pie y se estrecharon la mano, cerrando un acuerdo de paz y comercio.

- Espero que nuestros reinos prosperen- Dijo Peter.

-Así será rey Peter.

El barco de los Pevensie ya se encontraba listo para regresar a casa, y todos estaban feliz con la idea, a excepción del pequeño príncipe Telmarino, el no quería que su adorado rey se fuera.

- No quiero que te vayas...

Edmund se agacho para quedar a la altura del pequeño y dejo una pequeña caricia en su cabeza.

- Nos veremos pronto, no te desanimes.

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo, nos veremos en el baile de los 5 reinos y la primera pieza la bailaremos juntos ¿te parece una buena idea? - Caspian asintió efusivamente, dejando notar su gran entusiasmo. Edmund sonrió enternecido.

Tiempo después Caspian obtuvo su primera decepción, los reyes Pevensie habían desaparecido y no volvió a ver a Edmund después de 7 años, en la peor situación posible.

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