Fuera de nosotros mismos ✔ | (+18) #2 Pausada

9.5 - El gran juego de Dalter

Capítulo 10

Dalter Jones

Estaba entrando en la locura extrema, mi obsesión por Eider había aumentado con el tiempo y eso me estaba martillando con fuerza. Estaba seguro de que haría todo por mantenerla a salvo, incluso de mí mismo; pero sentía que esta vez no podría hacerlo.

Nuestro pasado seguía tras nosotros, intentando sacarnos de nosotros mismos, siendo un gran impedimento a un nuevo comienzo. El pasado nos gritaba que debíamos resolverlo para ser libres por completo.

Pero pensaba... ¿alguna vez lo seremos?

Subí a mi coche y encendí el celular, estaba tranquilo porque sabía que Eider no me seguiría. Presioné "llamar" en el contacto seleccionado.

— ¿Aló? — habló aquel idiota detrás del teléfono, podía sentir su jodida sonrisa.

Reúne fuerzas, Dalter.

— ¿Te crées divertido, Hank? — mis dientes estaban presionados a un grado que nunca habían soportado —. He estado guardado tanto tiempo que no me importaría asesinarte ahora mismo.

Su risa burlona sonó otra vez haciendo que mi sangre hierva.

— ¿Y nuestra bella amistad, Dalty?

— A la mierda la amistad cuando se trata de Eider, ya lo sabes.

— Ouh — carcajeó como el loco que era —. Tan enfermo como para olvidar el código de amigos.

Dí un puñetazo al volante — ¡¿Qué mierda buscas?!

Silencio.

Un silencio que hacía mi sangre hervir aún más. Tenía la ira irradiando de cada partícula de mí, el viejo y peligroso Dalter saliendo a luz con los segundos que mi viejo amigo me hacía esperar por su respuesta; una que ya deducía.

Oí uno de aquellos suspiros burlones de siempre, aquellos que tanto detestaba. Siempre los hacía antes de responder algo sin ir directo al punto. Odiaba el hecho de estar tan lejos de su jodido rostro, quería romper su horrible naríz.

Carraspeó su garganta — Busco... aver... no lo sé. Talvéz busque abrir los ojitos de la pequeña princesa.

Mi mandíbula se tensó.

— Su pasado no es para nada bueno de traer en estos momentos.

— Solo quiero que recuerde, hermanito — dijo juguetón —. No es nada malo refrescar la memoria, ¿o sí?

— No es bueno.

— ¿Entonces, porqué lo hiciste con ella? No lo niegas — todos mis músculos se tensaban aún más, mis puños presionando el volante con mucha fuerza —, tú le refrescaste la memoria.

— Es algo que realmente no te incumbe. Vete a la mierda.

Su risa volvió a tensarme — ¡Dalty, no seas tan aburrido!

Encendí el coche y coloqué el teléfono en alta voz. Mi cabeza comenzaba a mostrarme los posibles lugares en donde Hank podría encontrarse, el maldito ya había estado en la ciudad mucho tiempo antes que yo. Mal lugar que Eider había elegido para comenzar de nuevo.

Una parte de su pasado estaba en Nueva York.

— Me buscas, puedo oír el coche.

Solté una risa amarga — Tú quieres juego, tendrás juego.

— ¡Joder, sí! — su risa escándalosa y llena de locura, la que tanto la caracterizaba pareció hacer eco en el lugar donde se encontraba y lo supe de inmediato; su ubicación estaba a solo seís calles de mí —. ¡Haremos esto más interesante! Te he extrañado, hermanito.