╳CAYENDO╳

5.4K 294 9
                                    

La familia Potter se remonta al siglo XII, al igual que la maldición que lleva su sangre. Todo comenzó cuando Harwing Potter se caso con Lolanthe Peverell... Si tan solo no se hubiera casado con aquella familia tocada por la muerte... si tan solo...

Ya era tarde para lamentos.

Generaciones y generaciones de Potter sufrieron muertes jóvenes y otras la imposibilidad de procrear. Fleamont y su esposa Euphenia lucharon por tener un hijo y cuando finalmente se dieron por vencidos, llego James Potter. No fue casualidad, por que Destino metió sus manos, aquel niño estaba destinado a Lily Evan, no había objeción valida para ella.

Porque Lily Evan era especial, aunque su vida termino el día que decidió casarse con un Potter, no seria en vano, por que seria la madre de un niño que traería la paz al mundo mágico, por que su amor lograría lo imposible y Muerte finalmente podría dejar un rencor de cientos de años, el es un ente muy rencoroso, pero ella como su esposa, le mostraría que los descendientes Peverell ya cumplieron su cuota de castigo, tanto de Cadmus como de Ignutus. 

Aunque a su pesar, el pobre niño lloraría lagrimas de sangre antes de la felicidad. 

✃✃✃✃✃✃✃✃✃✃✃✃

Estaba resbalando, como el agua que moja los vidrios en una tormenta, sabía que estaba cayendo. Ya no sabía quién era. Su mente se estaba rompiendo, y estaba hundiéndose, mas y mas. No sabía cómo parar ¿Quería parar?

Hubo ocasiones, breves ráfagas de ira intensa, que no encajaban con el resto de él. Le dio temor y pánico. ¿Y si eso era lo que había sido? ¿Y si... y si aquella quimera enojada no fuera un visitante, sino el verdadero él, su constante?

Era un extraño en su propia piel. Nada se sentía bien, y estaba perdido, tan perdido y confundido. Odio, ira, frustración, obediencia, desaire, placer, amor, deseo.  Todo por un mismo hombre. ¿Cómo era posible? 

Se estaba quebrantando, lo sabía. Pero no sabía si quería estar completo de nuevo.

Era tan fácil cerrar los ojos y confiar en ese hombre, su maestro. Su maestro que hizo que la ira desapareciera con un simple toque. 

Pero a veces, su maestro lo empeoró antes de que mejorara.

Tantas veces, había corrido hacia él, con algo afilado agarrado en su mano con tanta fuerza que sangraba. Y cada vez, su maestro lo detendría, calmaría su ira.

Y supo, cada vez, que no quería nada más. Estar con su amo era suficiente, era todo lo que necesitaba, deseaba, anhelaba.

El suave consuelo de cada caricia lo hizo querer más. Se estaba volviendo codicioso por el toque del hombre.

No quería pelear más. No quería estar enojado. Solo quería la suave calma que su maestro le brindaba.

Y sería suficiente. 

Si, era suficiente.

✃✃✃✃✃✃

        —¿Maestro? Se quedó allí de pie torpemente, con las manos entrelazadas frente a él. Su expresión está educada en el miedo, el respeto y la adoración perfecta, como debe parecer una buena mascota.

Voldemort lo mira y lo toma de la barbilla, girando la cabeza de un lado a otro para inspeccionarlo. Él lo deja, sabiendo mejor que resistir. La resistencia solo hizo que cayera en desgracia. Él no quería. Quería quedarse con su maestro para siempre. Quería servirle para siempre. Quería ser suyo para siempre.

La inspección continúo por otro minuto, su barbilla suelta para que su maestro pueda mirar el resto de él. Se gira cuando se le ordena, luego se sienta en el almohadón ornamentado y elevado al lado de su amo cuando se lo ordena. Sumisión perfecta. 

••EL FÉNIX OSCURO••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora