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Los hermanos Haitani.
Oración de tres palabras que lograba alterar a cualquier humano, cazador o demonio que estuviera al rededor.
No se trataba de cualquier dueto.
Eran inseparables, ambos chicos unidos casi por la cadera recorriendo Japón al puro estilo de los hermanos Kamado, un cazador de demonios que por un largo tiempo cargó a su hermana en su espalda en una caja.
No fue sorpresa para nadie que años después ocurriera algo parecido.
Pero había algo raro.
Ran Haitani, el hermano mayor y por ende el cazador que portaba una brillante guadaña naranja con un tono gris forjada con intención de igualar una espada nichirin, el joven muchacho tenía una técnica de respiración desconocida, era complicado saber cómo se defendía a compañía de su hermano.
Quien al ser un demonio en constante cambio luego de un trágico accidente, viaja en la espalda de su hermano en una caja mientras el sol está en lo alto, cuando el oscuro cielo en compañía de las estrellas y la luna los saludan en la noche, recorren gran parte de Japón tomados de las manos.
Más de una vez las esposas del gran Tengen Uzui los encontraron cenando en algún local o simplemente uno cuidando del otro. Suma aún guarda la corona de hojas de laurel y flores rosadas entrelazadas que hizo el menor de los hermanos para ella luego de una cruda pelea, mientras que Hinatsuru recordaba con cariño al joven de cabello largo pidiendo ayuda de forma tímida para arreglar su uniforme de cazador y la yukata de su menor.
En cambio, Makio no los quería ver ni en pintura por muchas razones.
Tengen estaba convencido de que eran jóvenes extravagantes y poderosos, incluso podrían ser una amenaza luego de ver su estilo de pelea durante unos vagos entrenamientos, desde lo lejos les deseaba lo mejor.
Solo ellos conocían los secretos más íntimos de ambos chicos.
Bueno, todos ellos y la misma Nezuko Kamado, pero contarlo era contar una historia prohibida.
