Mycroft Holmes es la aventura de una noche del hombre que siempre amó.
Greg Lestrade es ese hombre, su mujer le ha pedido dos días para pensar, el sabe que no hay mucho que pensar si fue ella la infiel, la que se ha marchado de casa llevándose el auto, dejándolo miserable y triste, tan apagado como puede estar un hombre, sin embargo Greg no está dispuesto a soltarla aún, la ama demasiado y han vivido tantas cosas juntos que quiere aferrarse a perderse entre sus mentiras más de una vez, antes de dejar que el tiempo se lleve lo que han creado, puede que solo sea la nostalgia hablando pero no le importa.
Una madrugada de febrero Greg ligeramente borracho camina por las calles desoladas de Londres a casa de Mycroft y llama con desespero a su enorme puerta mientras observa cada detalle de ella, como si los grabados lo hipnotizaran; apenas abre, Greg no puede evitar lanzarse sobre él y lo besa en los labios. Holmes está más que confuso pero no se aleja, puede sentir el sabor a alcohol barato en la boca de Lestrade y la rudeza de sus dientes y lengua, inmediatamente sabe que no está ebrio, al menos no lo suficiente para perder la inconsciencia de sus actos así que es más sorprendente todavía que con el cerebro medianamente lucido Greg lo este besando. Por otro lado cerebro del político se desconecta en esos segundos, ha soñado con ese beso pero no está seguro de la forma ni situación.
—Mycroft, te ves tan hermoso ésta noche
—Gregory ¿Qué sucede?
—Me atraes, es como si algo me arrastrara a tu lado. Estaba en un bar y de pronto mi cabeza solo podía repetir tu nombre, lo único que quería era verte
El pecho de Mycroft siente una calidez extraña, algo se enciende en su frio corazón, la parte más incrédula de su mente está brillando y la esperanza deslumbra en su rostro.
Se besan de nuevo pero está vez Greg empuja ambos dentro de la casa, mientras caminan torpemente por el pasillo tropiezan con las escaleras, cosa que ignoran y las suben entre risas, besos, resoplidos y ropa perdida, al llegar al cuarto ambos están apunto de estallar en lujuria, es un cosquilleo extraño que recorre todo su cuerpo, la electricidad, el deseo, un cóctel de desastre.
Tienen sexo esa noche mientras la luz de la luna que atraviesa las ventanas los ilumina, hay lágrimas de satisfacción y Mycroft no puede evitar sentirse tan amado, así que abraza y besa cada que puede. Greg lo toma con firmeza, lo embiste rápido, besa su cuello y deja marcas, él es demasiado rudo pero Holmes lo quiere, lo quiere todo.
Hay gemidos, quejas, incomodidad pero lamentablemente nunca amor, al menos no recíproco y uno de los dos no lo sabe todavía, así la noche muere con un corazón ilusionado y otro algo borracho.
Cuando el sol sale, ataca los ojos de Mycroft quien se siente adolorido aunque en el fondo todo de él grita felicidad, Greg lo ha tomado de una forma que jamás imaginó. Se da la vuelta pero no hay nadie más en la cama, el lado izquierdo está vacío y helado, pero hay una nota esperándolo en la almohada que toma entre sus manos desesperado y lee con rapidez.
"Me ha encantado, pero por favor no me llames"
Mycroft piensa que fue estúpido y cierra los ojos con dolor después de procesar lo que acaba de pasar, aprieta los dientes y arruga la nota con rabia, sabe que no es un recipiente de frustraciones ajenas entonces ¿Cómo dejo que lo utilizaran de esa forma? Así que solo puede levantarse y hacer su rutina de forma mecánica, al final del día cuando la luz del cielo se desvanece ha empezado a odiar a Greg un poco y su tristeza lo consume como agua hirviendo.
Esta obscuro cuando recibe el mensaje que lo desarma y al leerlo su rostro se calienta, tal vez con furia, tal vez con pena, siente la vergüenza remplazar su dignidad, pues en el texto Greg lo está invitando a ser amigos con beneficios, poniéndose en desacuerdo con sus pensamientos de esta mañana. Mycroft dice que si, incluso antes de meditarlo correctamente, el aceptará follar con el hombre que ama en secreto aún si éste está intentando arreglar las cosas con su esposa, será la segunda opción, el amante ocasional, con tal de sentir un poco de afecto, todo mientras sus sentimientos son lastimados a cada segundo, no sabía que el amor pudiera doler así. Su corazón está roto, su voluntad de ha ido.
Mycroft se estremece ante el mensaje de Greg."¿Quieres que todo se repita? Mi esposa se ha ido esta noche de nuevo, podría tenerte cada que ella no esté"
Traga saliva y un nudo se aloja en su garganta, duele hasta dar un suspiro profundo. El silencio es todo lo que hay a su alrededor mientras los latidos de su corazón luchan para hacer ecos audibles, entonces sus dedos se deslizan entre cada tecla de forma rápida y muy ordenada, pero apenas tiene algo escrito lo borra, ya ni siquiera sabe cuántas veces lo ha hecho, al final termina diciendo solo "si". Su cabeza da vueltas.
Greg responde.
"Te veo en tú casa"
"30 minutos"Los ojos de Mycroft arden, seguramente por no parpadear, tal vez por los sentimientos atorados. Deja su teléfono en su escritorio mientras se frota la cara con las palmas de sus manos, en el fondo sabe que hace mal pero su corazón todavía no quiere verlo. Se para, toma su abrigo, se va y al salir el viento de Londres lo hace temblar, levanta la vista al cielo y se percata de que la noche es joven pero no hay estrellas, las enormes nubes furiosas no dejan verlas. Está noche no habrá ninguna chispa de brillo, serán solo lágrimas derramadas.
Mycroft llega a su hogar y abre la puerta con las manos inquietas, no quiere hacer esto porque se siente mal emocionalmente hablando, pero tampoco puede rechazar a estas alturas la propuesta de su amor no correspondido. Corre a su cuarto y se cambia la ropa por algo más cómodo, ayuda mejor a sobrellevar todo con menos estrés. Poco después el timbre resuena como una campana que atraviesa sus oídos en forma de lanzas, él camina para abrir la entrada de su hogar a un completo desconocido, porque Greg nunca sería tan descarado para tratarlo de esa forma, aún así Mycroft tiene que conformarse, cree profundamente que no merece más. Mientras todo su cuerpo suda con temor, en su garganta hay un gemido lastimero atorado que ha empezado a doler y su vista solo puede enfocarse en la desagradable imagen de Greg.
—Myc... Mycroft, mi amor
El está borracho, más borracho que ayer, su mirada está desorbitada pero alegre y su voz arrastra las palabras en frases torpes en un estado deplorable.
—Gregory estás demasiado borracho
—Mycroft... Ten-go miedo, ella se ha ido, se ha ido
—Debes dormir
—La amaba de la forma más sincera posible... Ella se fue
Eso quema, arde con intensidad, el rojo vivo de las brasas, está consumiendo el espíritu y alma de Mycroft Holmes.
—¿Qué hay de malo en mi?
—Gregory, no hay nada de malo en ti
—Si lo hay, te he hecho daño, estabas tan enamorado de mi, me lo dijiste y yo... Yo te rompí el corazón, soy malo, ella es mala, pero tú eres un ángel
—Estoy lejos de serlo
—Perdóname —Solloza Greg mientras cae de rodillas frente a Mycroft
—Levántate, vamos
—Soy tan desagradable
—Eres especial Greg, pero tienes que pararte del suelo, vamos a dormir ¿Quieres?
—Si
Casi cargándolo Mycroft arrastra a Greg a un cuarto de invitados en donde lo arropa lo mejor que puede y antes de salir Lestrade murmura un 'te amo' como último aliento para ceder al sueño y a las pesadillas. Holmes sale con la mente turbulenta y ganas de emborracharse también, no sabe que pasará ahora pero no quiere que Greg despierte temprano y lo abandone de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Hogar (Mystrade)
FanfictionGreg comete errores porque es humano. Mycroft tiene miedo a perdonar.